Siete años después, la otra lucha de Pilar

Pilar Casero superó el cáncer y ahora mira a la experiencia de cara y asegura que "es importante no tener miedo".
Pilar Casero superó el cáncer y ahora mira a la experiencia de cara y asegura que "es importante no tener miedo".
OLIVIA ARNEDO
Pilar Casero superó el cáncer y ahora mira a la experiencia de cara y asegura que "es importante no tener miedo".

"Si no es por el camión de detección precoz del mama, yo no estaría aquí". Así comienza el episodio menos amable de la vida de Pilar Casero, una superviviente que plantó cara al cáncer de mama con una patología poco frecuente: un carcinoma de mama con metástasis en brazo izquierdo de origen oculto. Una lucha que, siete años después, cierra capítulo con tres operaciones, 17 sesiones de quimioterapia, una mastectomía, una reconstrucción de pecho y una minusvalía que dificulta su reinserción laboral a los 60 de edad: "Los años más importantes para poder jubilarme dignamente".

El caso de Pilar no es aislado, cada vez son más mujeres que sufren dificultades para regresar a sus oficios una vez superado el cáncer. Volver a la actividad laboral, a veces, es inviable y, en otras ocasiones, encontrar nuevas oportunidades se antoja una misión imposible. Este es el resumen de la segunda lucha de Casero: trabajar y cotizar por una pensión digna.

Cuando fue diagnosticada, ejercía como auxiliar en un centro de día de personas mayores. La mastectomía y extirpación de ganglios de su brazo izquierdo derivó en una pérdida de movilidad en su extremidad que, aún hoy, le impide realizar tareas con normalidad, "no puedo levantar más de un kilo y medio de peso". Mientras busca trabajo, su historia sirve de inspiración para mujeres recién diagnosticadas que, inmersas en el tratamiento, luchan por poner fin a la enfermedad. "Nosotras somos muy fuertes, estamos hechas de otra pasta", sentencia.

Verano de 2012

Fue en septiembre de 2012, "después del mejor verano de mi vida". Pilar regresó de las vacaciones y en una revisión rutinaria encontraron un quiste que pocos días después le extirparon para empezar las sesiones de quimioterapia en la sanidad pública, "solo tengo grandes palabra para ellos, especialmente para mi oncólogo". Durante los primeros días le costó aceptarlo, "no me lo creía". Una vez asimilado el diagnóstico y las futuras secuelas contó con el apoyo de su familia y amigos, juntos afrontaron la enfermedad con fortaleza. "Aunque también lloré muchísimo, pero cuando ellos no me veían", recuerda Casero.

Las ganas de vivir y "acabar con él" le hicieron afrontar momentos traumáticos que supo encajar a medida que pasaba el tiempo, como la mastectomía o pérdida del cabello. Se sirvió de pequeñas motivaciones, como la boda del hijo de uno de sus mejores amigos: "Se casaba en mayo del siguiente año y yo quería ir sin la peluca, no tenía pelo aún y fui con mi pelusa sin importarme nada. Estaba muy feliz".

"Un parte muy importante para plantarle cara es la actitud, no hay que darse por rendida nunca". Es el mensaje que transmite desde la AECC de Logroño, donde colabora como voluntaria, y en su entorno. Un testimonio que sirve para acompañar a mujeres que afrontan la enfermedad o la pérdida de "su simetría", el momento más traumático de este proceso: "Para mí eso fue una mutilación". "Hay compañeras que saben convivir sin él, para mí fue muy duro verme en el espejo, no era yo", recuerda.

Meses después de la mastectomía recuperó su pecho izquierdo en una operación. "Ahora ni me doy cuenta, me recuerda lo que era y estoy encantada", reconoce. Superado este episodio entregó su peluca porque "es importante ayudarnos entre nosotras".

Su discurso, siete años después de haber pasado página al cáncer, sigue mostrando la misma energía que en plena batalla: "Hay que seguir luchando, no te puedes dar por vencida. Es importante no tener miedo y no tirar la toalla. Somos muy fuertes por naturaleza".

Después de la superación

Tras la mastectomía, la extirpación de las glándulas del brazo izquierdo y la rehabilitación, a Pilar Casero se le reconoció una incapacidad permanente total con una pensión del 55% de su base reguladora, compatible con otro trabajo que no sea el anterior.

A los 55 años, la prestación subió hasta el 75%. Hoy, con 60 y problemas de movilidad, su grado se ha revisado y ha bajado del 33% al 18% (nivel 1 de discapacidad leve), lo que anula de beneficios fiscales a empresas que promuevan su contratación.

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