El dramaturgo francés Sébastien Thiéry (1970), autor de ¿Quién es el señor Schmitt?, no es precisamente un artista que se ande con chiquitas. En 2015, durante la gala de los premios Molière, donde estaba nominado a mejor autor teatral por el montaje Dos hombres desnudos, salió a escena sin previo aviso y sin ropa como acto de protesta por las precarias condiciones laborales del sector teatral. Sobre el escenario, como dios lo trajo al mundo, inquirió a la ministra Fleur Pellerin: "¿Sabe usted, que los autores no tenemos siquiera seguro de desempleo?". Para rematar con un "se puede hacer un teatro sin trajes, sin disfraces, pero no sin autores".

La valentía de su teatro -más allá de mediáticas reivindicaciones nudistas- ha sido clave para que el director y actor Sergio Peris-Mencheta se atreviese a adaptar este texto estrenado en el país vecino en 2009. Mencheta, que ha demostrado con creces que no se achanta ante cualquier reto - montajes como La cocina de Arnold Wesker o Lehman Trilogy de Stefano Massini son grandes pruebas de ello- escogió este libreto, aparentemente sencillo, que avanza desde la comedia a la tragedia para cuestionar la imagen que tenemos de nosotros mismos así como la imagen que de nosotros tienen los demás.

Para llevarlo a cabo se ha rodeado de un pequeño elenco, encabezado por los actores Javier Gutiérrez y Cristina Castaño (aka señor y señora Carnero), que tras un año calentando motores en diversos escenarios españoles (se estrenó en el Teatro Romea en septiembre de 2018) debutan en la sala principal del Teatro Español, donde podrá verse hasta el 10 de noviembre.

"Thiéry es un alumno aventajado del teatro del absurdo, hijo de Ionesco, que ha sabido crear un texto brillante casi mejorado por Sergio Peris-Mencheta por lo que tiene de ritmo, de agilidad, de brillantez, de hallazgos que posiblemente estaban en el original pero a los que ha sacado punta de una forma muy afilada", señalaba Gutiérrez durante la presentación de esta obra que, según ha confesado, le ha supuesto "un auténtico ejercicio de virtuosismo interpretativo que exige estar en todo momento en un alambre, un ejercicio de funambulismo".

Para la mayoría del reparto -que se completa con Quique Fernández, Xabier Murúa y Armando Buika- como para la compañía de Mencheta, Barco Pirata, ésta es la primera vez en Español. "Es uno de los teatros más importantes que tenemos en este país. Como actriz es un sueño y un lujo", afirmaba ilusionada Cristina Castaño. Gutiérrez, a su vez, recordaba que "cuando vine a Madrid con 18 años para ser actor lo primero que hice fue comprarme una entrada para sentarme en el gallinero y ver a Jose María Rodero en Las Mocedades del Cid. Mi ilusión durante mucho tiempo ha sido estrenar un espectáculo en el Teatro Español. Es el teatro por antonomasia, como jugar en el San Mamés para un futbolista".

Para la protagonista de Aquí no hay quien viva esta es una función "que lo tiene todo, momentos delirantes, desternillantes, pero tiene también muchísima reflexión y muchas capas. Es como una gran cebolla donde el público se puede quedar con la capa que quiera".

Por su parte, para el dos veces ganador del Goya a la mejor interpretación masculina: "Es un espectáculo muy extraño de por si. Comienza como una comedia, que planta muy bien las bases del absurdo, pero transita por el suspense, pasando por el drama y acabando en una tragedia existencialista. El público se va a divertir muchísimo pero también la función del teatro es concienciar y lanzar respuestas. Y el público va a salir cargado de preguntas, muchas preguntas acerca de quiénes somos, quiénes creemos ser y quiénes creen los demás que somos".

A su personaje, el señor Carnero, lo define como: "un salmón que nada contra la corriente, algo poco habitual en la sociedad en la que vivimos en la que los poderes establecidos quieren casi anestesiarnos. Le doy mucho valor a este tipo de personajes que se tildan de locos cuando realmente dicen verdades como puños".

Castaño, al contrario, cree que la señora Carnero se deja llevar por la corriente como buena superviviente: "Empecé partiéndome de risa y a raíz de trabajar el personaje lo que me hacia tanta gracia dejó de hacérmela. La función es muy rica en matices, lo que parece que es una cosa no lo está siendo, y cuando te estás riendo te das cuenta de que se habla realmente de una cosa muy grave. Ese análisis del texto es fundamental".

La función puede verse de martes a sábados a las 20.00 h y los domingos a las 19.00 h. Entradas de 5 a 22 euros. Más información y venta: www.teatroespanol.es