Gareth Bale consigue casarse con Emma Rhys-Jones... ¡después de tres intentos fallidos por situaciones de película!

El futbolista galés del Real Madrid, Gareth Bale, junto a su pareja, Emma Rhys-Jones.
El futbolista galés del Real Madrid, Gareth Bale, junto a su pareja, Emma Rhys-Jones.
GTRES
El futbolista galés del Real Madrid, Gareth Bale, junto a su pareja, Emma Rhys-Jones.

Admitámoslo: el titular de esta noticia da muchísimo juego en redes sociales después de la... peculiar campaña del extremo galés del Real Madrid la pasada temporada. Tan peculiar ha sido que el equipo blanco ya le busca salida.

Pero Gareth Bale no ha encontrado mejor momento para casarse con su amada, Emma Rhys-Jones, que en este verano. Bueno, a decir verdad, para intentarlo por cuarta vez. Y esta vez, sí, lo ha conseguido.

En un verano en el que muchas de las estrellas de nuestro deporte están pasando por el altar, como Sergio Ramos o Pau Gasol, Gareth Bale ha decidido que, justo antes de regresar a los entrenamientos y partir rumbo a Canadá para la pretemporada del equipo de Zidane, dar el "sí, quiero".

Y lo ha hecho en una espectacular villa, sa Fortalesa, en el puerto de la Pollença, Mallorca, en cuya espectacular mansión, por ejemplo rodó el año pasado Netflix una escena con Idris Elba para su serie Turn Up Charlie.

Pero volviendo al extremo madridista: la boda tuvo lugar el día 20 de junio y se alargó hasta el día 22. Además, y a diferencia de las ceremonias de otros de sus compañeros, fue bastante íntima.

De hecho, y tal y como confirman fuentes al Diario de Mallorca, ninguno de sus compañeros del vestuario blanco asistió al evento ni al convite, que por lo demás, tal y como es el propio expreso de Cardiff, se llevó a cabo con absoluta discreción.

Tampoco fue difícil dado el número de invitados: apenas 60 personas acudieron a la boda, la inmesa mayoría miembros de las dos familias (estuvieron presentes los padres del futbolista, Frank y Debbie, o su hermana Vicky) y amistades comunes, amén de los tres hijos de la pareja: Alba, Nava y Axel, el más pequeño de los tres.

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Happy New Year everyone!! 🎉

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También asistió, claro, la madre de la novia, Suzanne McMurray, aunque se desconoce si pudo hacer lo mismo el padre. ¿Por qué? Para ello hay que remontarse a julio de 2016 cuando, tras 15 años juntos, por fin se comprometieron...

Los tres intentos

... y llegaron los problemas. La primera vez que tuvieron que posponer la boda fue a finales de agosto de aquel mismo año, cuando Martin Rhys-Jones, padre de la novia y suegro de Bale, fue extraditado a Estados Unidos y condenado a seis años de cárcel por un fraude que ascendía a 2,5 millones de euros.

Entre los 250 damnificados por sus falsas ventas de acciones de valor, por cierto, había un enfermo de Alzheimer. O sea, que boda cancelada y pospuesta hasta mayo de 2017.

Pero tampoco pudo ser, porque una banda de traficantes amenazaba a la familia de Emma y, como es lógico, también al futbolista de Gales. Por nada, en realidad, pero es que la prima de la novia, Epiphany Dring, había huido en un bote cuya carga, entre drogas, dinero en metálico y objetos valiosos, ascendía a los 1,15 millones de euros, a Malasia. Y claro, el bote les pertenecía.

No se puede celebrar y llegamos al año pasado... cuando tampoco se puede celebrar. Y es que Emma Cummings, la dama de honor y mejor amiga de la novia (y aquí el pobre de Gareth aguantándolo todo por amor), es condenada a año y medio de cárcel por blanqueo de capital.

Resulta que la mejor amiga pertenecía a una mafia con conexiones en Dubái, Nueva Zelanda o Canadá en la que le había introducido su novio, Ebrahim Ege, quien ya había sido condenado a cuatro años por el mismo motivo.

Bueno, pues con todo, este año por fin se ha celebrado la boda que parecía que nunca llegaría. Lo ha hecho entre grandes medidas de seguridad (no es para menos) y en la que la novia vestía un diseño blanco y asimétrico y el extremo madridista, frac.

Para decorar el lugar, contrataron a interioristas alemanes, así como tras la ceremonia una banda británica concluyó la fiesta tres días después. A toda empresa que trabajó en los preparativos se le hizo firmar un contrato de confidencialidad con sanciones de hasta 50.000 euros si algún tipo de información o alguna fotografía era filtrada a la prensa.

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