María Dueñas y Sira se reencuentran en Tetuán por los diez años de 'El tiempo entre costuras'

"No tenía la menor idea de que se acabaría convirtiendo en el libro que fue; ni que diez años después estaríamos aquí celebrando este proyecto mío tan personal y a la vez ya tan de todos", dice la escritora María Dueñas, que posa junto a un establecimiento típico de la medina de Tetuán (Marruecos), escenario de su novela 'El tiempo entre costuras'. Diez años después, cuenta con 5 millones de ejemplares vendidos y 42 traducciones.
"No tenía la menor idea de que se acabaría convirtiendo en el libro que fue; ni que diez años después estaríamos aquí celebrando este proyecto mío tan personal y a la vez ya tan de todos", dice la escritora María Dueñas, que posa junto a un establecimiento típico de la medina de Tetuán (Marruecos), escenario de su novela 'El tiempo entre costuras'. Diez años después, cuenta con 5 millones de ejemplares vendidos y 42 traducciones.
CARLOS RUIZ / PLANETA
"No tenía la menor idea de que se acabaría convirtiendo en el libro que fue; ni que diez años después estaríamos aquí celebrando este proyecto mío tan personal y a la vez ya tan de todos", dice la escritora María Dueñas, que posa junto a un establecimiento típico de la medina de Tetuán (Marruecos), escenario de su novela 'El tiempo entre costuras'. Diez años después, cuenta con 5 millones de ejemplares vendidos y 42 traducciones.

El tiempo parece detenido en la medina de Tetuán, entre sus tiendas que van mutando de joyerías a bazares de ropa o puestos de cuero según gira cada esquina. Podemos imaginar sin mucho esfuerzo a Sira perdiéndose en sus callejuelas, en aquel angustioso trayecto cargada con las pistolas que serían su pasaporte a un futuro mejor.

"No quise concretar la ruta nocturna para conservar su mirada de recién llegada. Está aterrada, no sabe adónde va, pero determinada a llegar a su destino". Así se refiere la escritora María Dueñas a la escena más recordada de El tiempo entre costuras, la que engancha a los lectores sin remedio a su trama y a su protagonista.

Este mes se cumplen diez años desde que "la primera novela de una profesora absolutamente desconocida", como ella misma dice, puso en el mapa literario a la ciudad, a Sira Quiroga y a su creadora. Una década después, con cinco millones de ejemplares vendidos, 42 traducciones y una serie de televisión a sus espaldas, regresa a ese Tetuán que tantos éxitos le ha brindado.

El tiempo entre costuras arranca con un romance dramático y termina mutando en novela de espías. En sus más de 600 páginas viajamos al Protectorado español (1912-1956) siguiendo los pasos de Sira, una joven que llega a Tánger engañada por un hombre que después la abandona con lo puesto. Sus habilidades como costurera serán su tabla de salvación en una trama que se desarrolla entre Madrid, Marruecos y Portugal.

La conexión de Dueñas con Tetuán le viene de familia. "Mi madre nació aquí –revela la manchega–. Pero al llegar la independencia, primero se marcharon los militares y los funcionarios, como mi abuelo, y después el resto".

Una plaza entre dos mundos

Aunque en la laberíntica medina es fácil sentirse tan desubicado como Sira, nuestro recorrido por el enclave marroquí será mucho más placentero. Contamos con dos guías de excepción: la propia María Dueñas y Ricardo Barceló, uno de los poquísimos españoles que conocieron el Protectorado y aún viven en Tetuán. Él fue un apoyo fundamental para la escritora durante la fase de documentación, como memoria viva de un pedacito de nuestra historia casi olvidado.

La llamada a la oración propicia nuestro viaje al pasado, que parte de la plaza de España. Es el mismo sonido inmutable que escucharía Sira al llegar a Tetuán en esta "bisagra entre la medina y el antiguo ensanche español. Ella se mueve entre esos dos mundos", explica Dueñas. "La medina tenía siete puertas –añade Barceló–. España derribó un lienzo para hacer a continuación el ensanche. Es una demostración de que aquí había mejor entendimiento que en la zona francesa".

La primera vez que la autora conoció ese Tetuán del que tanto había oído hablar fue, precisamente, con su madre, "pero tardó muchos años en animarse a volver –reconoce–; le daba pena, quería congelar esos recuerdos felices". Por eso su primera novela no deja de ser un homenaje en el que "hay mucha documentación pero también intuición, cosas que me han contado y, claro, ficción".

El principio de todo

"Me sentía depositaria de la memoria de mi entorno, que se iba a perder. Lo primero que tuve claro es que quería dar forma a una historia que sucediera en Tetuán durante el Protectorado. Luego vino lo demás", confiesa la autora mientras recorre el escenario de esos recuerdos. "Tengo una herencia de conocimiento y de información pero, sobre todo, sentimental. Eso es lo que me llevó a escribir esta novela", sin un afán historicista, como admite, sino ambientada en ese legado al que Dueñas llama "mi Tetuán".

Ya fuera de la medina, hacemos un alto en el camino en uno de los edificios emblemáticos del antiguo ensanche español, que en la serie de televisión albergaba la casa y el taller de Sira: el Instituto Cervantes. La directora del centro, Lola López Enamorado, recibe a Dueñas como "una tetuaní más" y pone énfasis en cómo el libro –traducido incluso al árabe– despertó el interés por la ciudad. "La gente viene buscando los lugares por los que pasó Sira Quiroga", apunta.

El cónsul Alfonso López Perona se suma a las alabanzas reconociendo que la novela ha servido para "transmitir a las nuevas generaciones una secuencia de nuestra historia bastante desconocida". En el Cervantes entramos de lleno en el Tetuán de María Dueñas, con una proyección de fotos donde nos presenta a su abuelo, el topógrafo Manuel Vinuesa, que llegó en 1927 desde Córdoba; a su madre, la pequeña de cinco hermanos, nacida en 1940; la estación que comunicaba por tren con Ceuta; el Virgen de África, "un barco legendario para los españoles"... Un té y retomamos el paseo.

La Luneta de Candelaria

Otra parada obligatoria de la ruta es La Luneta, la calle donde se ubica la pensión de Candelaria, la matutera, que acoge a Sira en su peor momento y la ayudará a remontar el vuelo. "La llamábamos, medio en serio medio en broma, la Quinta Avenida. Estaba llena de tiendas con productos que no había en España: perfumes, marfil… Las tropas venían siempre porque sabían que con eso podrían fascinar o venderlo luego a buen precio", detalla Barceló. "Abrían toda la noche –añade Dueñas–. Aquí instalé a la matutera. De aquel glamur ya no queda nada".

Sigue en pie, en cambio, la Pensión Camas que fue la "primera inspiración" de la autora para la casa de Candelaria. A pocos metros, un imitador de Bertuchi ("el gran pintor del Protectorado") ofrece sus cuadros con pinceladas del lugar "en el que vivieron, trabajaron y criaron a sus familias tantos españoles", un "escenario feliz" que se acabó con la independencia de Marruecos, en 1956.

De la mano de María Dueñas y Sira Quiroga hemos conocido "aquel viejo Tetuán" y cómo "su memoria y su legado fueron calando" en la escritora a lo largo de muchos años, "sin ser yo consciente de en lo que acabaría convirtiéndose": una novela cuyas páginas nos trasladan a aquel tiempo entre costuras.

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