Salir a la calle con un perro de asistencia para personas sordas, con autismo, epilepsia... un día a día lleno de trabas

  • Además de los perros guía existen otros perros con derecho a acompañar en todo momento a sus dueños, en ocasiones, perros mestizos o de pequeño tamaño.
  • No dar la imagen típica  se traduce "en problemas reales y serios de acceso público".
  • "Los legisladores han hecho estas leyes pero no han informado. El señor del restaurante y el de seguridad del Metro no saben que existen estos perros".
Uno de los jack russells de Canem entrenados para dar asistencia a personas con diabetes o epilepsia.
Uno de los jack russells de Canem entrenados para dar asistencia a personas con diabetes o epilepsia.
CANEM
Uno de los jack russells de Canem entrenados para dar asistencia a personas con diabetes o epilepsia.

En el imaginario colectivo un perro de asistencia es el perro guía de La Once, el labrador que conduce a un invidente. Una mayoría de la sociedad sabe que son perros que están trabajando, a los que no se debe molestar, y que la ley les ampara para acceder prácticamente a cualquier sitio acompañando a sus dueños.  En los hospitales solo tienen vedado el acceso a los quirófanos, en las piscinas abiertas al público pueden llegar hasta el borde del agua y en los parques de atracciones no pueden entrar en la vagoneta de la montaña rusa. Poco más.

Lo sabe una mayoría gracias al buen hacer de esa organización, que fue pionera creando la Fundación Once del Perro Guía en 1990 y peleó el derecho de estos perros por acompañar siempre y en todo lugar a sus amos logrando la aprobación de una ley nacional. Eso no significa que los usuarios de perro guía no sigan encontrándose con trabas.

Fernando Pindado, experto jurídico en estos temas de La Once, asegura que siguen produciéndose denuncias, en un número imposible de cuantificar porque es información que maneja cada municipio. Recuerda el caso de un establecimiento regentado por un ciudadano de origen chino que agredió a uno de sus usuarios de perro guía y que motivó a la organización a lanzar una campaña de comunicación dirigida a este tipo de locales. "Gran parte de la labor de la Fundación Once del Perro Guía es hacer campañas de información", cuenta Pindado.

Pero hay muchos perros de asistencia de distinto tipo en España, no solo perros guía. Hay perros señal que alertan a las personas sordas si alguien les llama, suena el teléfono o una bocina. Perros que acompañan a personas con problemas motóricos, dándoles estabilidad al caminar, ayudándoles a subir o bajar de la silla de ruedas o accionando luces y alcanzándoles objetos. Perros para personas con autismo, normalmente niños a los que ayudan a moverse con seguridad por la calle. Perros de alerta médica que advierten con antelación de crisis epilépticas o peligrosas hipoglucemias, personas que no necesariamente tienen una discapacidad pero para los que son sostén imprescindible; un diabético tipo 1 tiene una de media de una hipoglucemia cada dos días.

Más recientemente, están empezando a entrenarse perros que asisten a personas con demencias como el alzhéimer, que son capaces de conducirles de vuelta a casa si se despistan o de aprender rutas para llevarles hasta sus actividades o terapias, recordarles cuando toca tomarse la medicación, alimentarse o descansar, mejorando así también la calidad de vida de toda la familia.

No son perros de asistencia, en cambio, los perros de terapia; otro universo completamente distinto al del animal que está vinculado a una única persona y le facilita moverse por un mundo no tan accesible como debería ser. Una confusión frecuente entre la sociedad.

Los otros tipos de perros de asistencia están cada vez más reconocidos por unas leyes autonómicas que no dejan de actualizarse para dar cabida a todas estas realidades.  Leyes que no siempre les amparan a todos, no de igual manera, que con frecuencia adolecen de desarrollo normativo.

Pero, curiosamente, hablando con usuarios y adiestradores de este tipo de animales,el principal problema al que se refieren no son las leyes. Sí, vendría bien una mayor armonización y un desarrollo pronto y claro, pero las mayores trabas a las que se enfrentan nacen de la falta de conocimiento por parte de la sociedad de esta realidad: que hay muchos perros de asistencia, que todos deben poder acompañar a sus dueños en todo momento.

"Lo que me gustaría es que realmente esto se conociera, que la gente fuera consciente, que las comunidades que tienen estas leyes informen. Hay un desconocimiento total". El que habla es Miguel Ángel Román, periodista deportivo y padre de Ares, una niña de ocho años con autismo que tiene una perra de asistencia acreditada en Cataluña desde hace más de tres.

"Gracias a Neu hemos cortado las conductas de fuga, que era lo que más nos preocupaba. De hecho le sigue pasando ahora que, si no va con Neu, sale corriendo y le da igual si hay una carretera. Y sobre todo lo que hemos conseguido y nos ha dado una calidad de vida a nivel familiar muy importante es que Ares camine. Nos pasaba que salíamos, andaba cinco minutos, y decía que se acabó, que no le interesaba lo que estábamos viendo y que se volvía al coche. Ahora si camina la perra, ella lo hace".

Pero los impedimentos son constantes: "Lo raro cuando vas a un sitio nuevo es que no te digan nada. Ven a Ares, que no tiene aparentemente nada y además es una niña pequeña, atada o cogida a la correa de la perra, que no es un labrador, y piensan "aquí me están tomando el pelo".  Le enseñas el peto y sacas los carnés acreditativos y a veces con eso basta, pero otras tienes que amenazar con llamar a los Mossos y poner una denuncia. Así que acabas optando por ir a los establecimientos en los que ya te conocen porque hay días que no tienes tiempo o ganas o te parece injusto tener que pelearte"

Por eso no siempre viajan con la perra cuando se van de vacaciones: "sucede como cuando te mueves por tu ciudad, que evitas los sitios nuevos. Supone dar doscientas mil explicaciones y, si sales de Cataluña, además estudiarte la ley si es que existe. Y llega un punto en el que dices mira, no me voy a ir a descansar y justo voy a empezar peleándome con todo el mundo. Por lo tanto, si vamos a un hotel, dejamos a Neu con mis suegros".

Ares, con autismo, junto a su perra de asistencia Neu, cruce de labrador y galgo.
Ares, con autismo, junto a su perra de asistencia Neu, cruce de labrador y galgo.

Ares, con autismo, junto a su perra de asistencia Neu, cruce de labrador y galgo.

"Lo que hay común en toda España es desconocimiento", coincide Paco Martín, presidente de la Fundación Canem que empezó hace once años preparando perros de asistencia para personas con movilidad reducida y que ya ha entregado más de un centenar de perros de alerta médica en los últimos seis años; perros que asisten a personas con diabetes o epilepsia, no siempre con discapacidad. "El perro les da tiempo y tranquilidad, además de un apoyo emocional brutal", defiende Martín.

"Los perros son muy pequeños, jack russels de unos cinco kilos, que es algo que choca mucho. El propietario de la cafetería ve una persona que no es invidente, que lleva un perro que no es labrador y suelen cortocircuitar mucho", explica el presidente de Canem.  No han tenido problemas graves, pero le suena perfectamente la necesidad de dar explicaciones que comentaba Román:  "A nuestros usuarios siempre les formamos para que sepan cómo tienen que hacer valer sus derechos. Recomendamos que reclamen y les apoyamos. Si hay necesidad de que su hijo vaya siempre con su perro, pues se habla directamente con el centro educativo, nosotros tenemos perros en universidades y colegios".

El pequeño tamaño de estos perros es una ventaja para acceder a muchos sitios, una ventaja relacionada con el hecho de que cada vez más lugares son 'dogfriendly' con los perros de compañía, "nos ha ayudado mucho en los hoteles, a veces los avances de los perros mascota van por delante de los de los perros de asistencia, es muy triste", apunta Martín.

Uno de los perros de señal de Askal, todos son mestizos rescatados de refugios.
Uno de los perros de señal de Askal, todos son mestizos rescatados de refugios.

Uno de los perros de señal de Askal, todos son mestizos rescatados de refugios.

"Las personas sordas tienen problemas reales y serios de acceso público con sus perros", afirma tajante  Cristina Carles, "primero porque tienen una discapacidad invisible; segundo porque en muchos casos tienen un problema de comunicación, les cuesta expresarse con claridad para explicarse y reivindicar sus derechos; y el tercer problema es que no trabajamos con labradores, sino con mestizos de refugio. Los legisladores han hecho estas leyes pero no han informado. El señor del restaurante y el de seguridad del Metro no saben que existen estos perros. Y hay poca conciencia social".

Carles es directora de Askal, organización que lleva entrenando perros señal desde 2007.  Entonces era aún más complejo: "Ponías el peto, cruzabas los dedos y decías al usuario que si tenía cualquier problema te llamara".  Y a día de hoy le consta que sucede como con Ares y Neus, que hay usuarios que dejan el perro en casa  para evitar problemas pese a que para ellos son una ayuda que les hace "ganar control sobre el entorno, autonomía y seguridad".

¿Cómo asiste un perro de señal? "En casa avisan de cualquier timbre o de si te llaman. En la calle llevan a cabo una alerta pasiva. ¿Has ido alguna vez caminando con cascos? El silencio crea un aislamiento del entorno brutal, no te enteras de nada, y así es como viven las personas sordas. El perro va atento por si viene un patinete, suena un claxon. El perro se gira y el sordo también. Tiene la seguridad de que se va a enterar si alguien le llama o se le caen las llaves del bolsillo".

Hay más ventajas potenciales menos obvias. Carles las ilustra acudiendo a los centros escolares: "cuando el profesor está dando clase no se da cuenta, se gira y sigue hablando, olvidando que tiene un niño sordo que tiene que leer sus labios. La presencia del perro se lo recuerda. Hace además que el niño no sea el sordo, sea el del perro que mola mucho más y mejora su autoestima. Pero es cierto que el escolar es un entorno complicado y el niño tiene que ser suficientemente maduro para cuidar y hacerse responsable del perro. Y los padres tienen que querer echar el pleito con el cole y que el cole esté de acuerdo, no solo institucionalmente, sino que todos los profes también lo estén".

Uno de los perro de asistencia de Cannad junto a su dueña.
Uno de los perro de asistencia de Cannad junto a su dueña.

Uno de los perro de asistencia de Cannad junto a su dueña.

"Tengo una usuaria que dice que en verano va con gafas de sol y así no le ponen ningún problema", bromea Edurne Garay, vicepresidenta y directora de la entidad especializada en perros de ayuda física Canadd, tras explicar que no siempre sus perros acompañan a personas en sillas de ruedas y con una discapacidad obvia, sino a personas con esclerosis que van con muleta o bastón porque lo que tienen son síntomas neurológicos como perder el equilibro, marearse o quedarse sin habla que la gente a veces confunde con un estado de embriaguez.

"Nuestros usuarios son muy luchadores y les hemos instruido para que entren con sus perro en todas partes", cuenta Garay, que añade que siempre recomiendan que lleven el peto, el carné siempre visible y una copia de la ley porque "es necesario trasladar al usuario que es una pelea de todos, dado que no tenemos por desgracia la tradición de otros países europeos".

Confirma que las personas que van en sillas de ruedas no suelen tener el problema de que les impidan el paso, porque "van con el peto amarillo y su discapacidad es evidente". El problema de accesibilidad que tienen estas personas es otro: "Si ya es difícil moverse, acceder a muchos sitios con una silla, si vas además con un perro es aún peor. En la mayoría de restaurantes, aunque el baño sea adaptado, a la hora de la verdad la silla no puede entrar. Si encima vas con un perro, imagínate...".  Añade, no obstante, que "la mayoría de la gente tiene muy buena voluntad, eso hay que reconocerlo; aunque sea mal, quieren ayudar".

Que haya tanto desconocimiento respecto a las otras modalidades de perros de asistencia no es algo que suceda en otros países, en los que el trabajo de estos animales  se desarrolló sin que un tipo en concreto brillara por encima de otro. Garay, una veterana a punto de jubilarse que conoce de primera mano cómo son las cosas en Estados Unidos, recuerda que "todos los hoteles de California, ya en los años 80, elaboraron un vídeo en el que explicaban a los hoteleros cómo comportarse con un perro de asistencia".

La adiestradora apunta a que la falta de información no es solo cosa de la población general, también de los que mejor deberían conocer las leyes. "A nosotros nos pasó que a un voluntario que estaba entrenando un perro le negaron la entrada a un comercio y cuando llegó la policía municipal no obligaron al vendedor a que permitiera entrar al perro. Eran agentes de policía y no actuaron de modo efectivo. Hay poca información entre la población general, pero en las estructuras generales también".

Una anécdota de Miguel Ángel Román lo corrobora:  "En una de las últimas clases con la adiestradora fuimos a la Ciudad de la Justicia de Barcelona y tuvieron que hacer una consulta que nos tuvo casi media hora esperando en la puerta.  En un lugar dónde deberían tener conocimiento de las leyes, no tenían ni repajolera idea. Pues eso nos pasa allá dónde vamos".

"Un jaleo de leyes"

La Comunidad Valenciana fue la primera en regular la situación en 2003, con desarrollo en 2006 y 2007, para  garantizar la accesibilidad a personas con otro tipo de discapacidad y perros de asistencia. Tal vez por ser pionera, es la ley que más difiere en este complejo universo normativo. Por ejemplo, hace referencia a los perros de terapia o establece que los perros de asistencia que no sean perros guía deben llevar bozal en determinados lugares como centros sanitarios, farmacias, centros religiosos, de enseñanza o bibliotecas.

Galicia fue la segunda. La norma también es de 2003, pero según informa la web de La Once en la que están recogidas todas ellas aún no han desarrollado el procedimiento de acreditación, registro e identificación de estos animales. En el País Vasco, que también se dio prisa, la ley es de 2007  y Vizcaya (2009) Guipuzcoa (2014) y Alava (2015) la han desarrollado cada una a su manera. Aragón y Castilla y León no han movido ficha hasta 2019 y Andalucía, Asturias y Castilla-La Mancha hasta 2018. A Extremadura, que sí mencionó a los perros de asistencia en la ley de accesibilidad de 2014, aún se la espera.

Y aunque se fijen unas en otras, aunque se cuente con la asesoría de La Once o de otras organizaciones en defensa de las personas con discapacidad como Cermi, hay diferencias entre ellas. Por ejemplo algunas leyes dejan establecido que es preciso que el usuario del perro acredite una discapacidad mientras que otras abren la puerta a que personas sin discapacidad empleen perros de alerta médica como la de La Rioja (2017) o la Comunidad Foral de Navarra (2015).

"La valenciana fue de la primera y está bastante mal. La catalana fue una referencia y mucha gente ha hecho cortapega. Para nosotros, como entrenadores, hay un problema añadido que es que no todas nos permiten entrar a nosotros. Ese periodo de aprendizaje imprescindible algunas leyes lo contemplan y otras no. Y las hay en las que clarificación de quién es un entrenador no está claro", añade la directora de Askal, reconociendo que la suya es una profesión no reconocida, sin formación reglada.

Otro ejemplo, en todas se especifican los tipos de perro y se hace de distinta manera. Los hay que especifican la existencia de perros para personas con autismo o de alerta médica y los hay que no; también se encuentran definiciones que varían."El perro guía es el perro de asistencia por antonomasia, pero es un perro de asistencia más. Hay cierta resistencia a unificarlo en las leyes cuando en realidad todos somos lo mismo, y todos los perros de asistencia deben tener derecho a la accesibilidad", defiende Martín.

Las sanciones también varían. Las multas varían entre los 150 y 1.500 euros de las infracciones leves y los hasta 60.000 de las infracciones muy graves en Murcia, hasta los entre 50 y 400 euros por las leves y los hasta 10.000 por las muy graves de Madrid, Asturias o Cantabria. Sanciones que empiezan ya solo por "la exigencia de forma arbitraria de la presentación de la documentación acreditativa del reconocimiento de la condición de perro de asistencia".

"La sociedad va muy por detrás de las legislaciones; poco a poco se están intentando poner al día pero es tremendamente complejo porque hay comunidades con leyes contradictorias o que no incluyen a todos los colectivos. Es un jaleo de leyes. Hay una cantidad de trabas legales por intereses o por mala redacción o desarrollo que hacen esto inviable. Y hay muchas leyes redactadas y aprobadas pero cuando te pones en contacto con el departamento correspondiente no saben nada", cuenta el presidente de Canem, que destaca que lo más difícil es gestionar la acreditación de los perros en las distintas comunidades. "No estamos jugando en la misma liga de La Once, porque cuando salió su ley lo hizo a nivel nacional. No tuvieron que pelear comunidad por comunidad. Una ley nacional facilitaría todo mucho, una que no está supeditada a que ninguna entidad o asociación sea juez y parte de cómo debe ser todo esto".

"Tener una normativa de rango internacional me parece importantísimo, y que luego cada Comunidad autónoma tenga su desarrollo particular. Llegará un momento en el que la Unión Europea tendrá que desarrollar una normativa común", concluye la directora de Canadd, no sin añadir su preocupación porque la suya "es una profesión que no reconocida, no hay una formación reglada".

Blacky, una labradora muy joven, abre una puerta. Un entrenamiento estándar para un perro así ronda entre los seis u ocho meses.
Blacky, una labradora muy joven, abre una puerta. Un entrenamiento estándar para un perro así ronda entre los seis u ocho meses.

Una perra de asistencia física de Bocalán en periodo de adiestramiento en una imagen de archivo. (JORGE PARÍS)

Perros de asistencia, también sin raza

Entre los adiestradores de perros de asistencia los hay que defienden el trabajar con distintas razas puras por distintos motivos, desde el control del carácter, de la línea genética, la idoneidad de determinadas razas a trabajos concretos, hasta el puro marketing. Un perro de asistencia sale caro y, cómo recuerda Edurne Garay, no están subvencionados y hay que llamar a muchas puertas para lograr apoyos económicos.

No es el caso de Askal, cuyos perros proceden todos de refugios. "Nos gusta demostrar que no hace falta ser de raza para ser un buen perro de asistencia; es cierto que los labradores son estupendos, pero los perros tienen distintos talentos y reaccionar a los sonidos no es el fuerte de los labradores", explica Cristina Carles, "un perro pequeño, curioso, es un buen perro señal y de esos en los refugios hay miles. Como asociación creímos que podíamos tener una doble razón social, que podíamos rescatar muchos chuchos".

El perro tipo de Askal tiene entre doce o quince kilos, porque "normalmente los perros pequeños o medianos son más reactivos". No obstante a veces han entrenado perros más grandes, "porque lo que funciona es el tándem, tiene que vincularse bien con la persona, y la persona tiene que tener buen feeling con el perro. Si le das  una ratita a un hombretón, puede pasar que no lo sienta su perro".

Neu, la perra de asistencia de Ares, es un cruce de labrador y galgo. La adoptaron en una protectora por recomendación de Íngrid Ramón, su adiestradora de Argus: "nos dijo que hay miles de perros en protectoras que están perfectamente capacitados para hacer este tipo de trabajo y además le íbamos a dar una oportunidad a un perro abandonado, que lo único que había que hacer era ir, conocer al perro y determinar si da el perfil".

Pero Miguel Ángel Román cuanta que fueron a la protectora de Barcelona Arbra a ver un labrador macho, "Ingrid estuvo con él y dijo que no le convencía, que iba demasiado a su bola, no había caso a las personas, estaba más pendiente  del resto de animales y nosotros necesitábamos que estableciera un vínculo fuerte con la persona que lo iba a adiestrar.  Nos dijo "voy a darme una vuelta a ver qué más tienen por aquí" y cuando vio a Neu dijo, "creo que puede dar el perfil". La sacamos a pasear, estuvo trabajando con ella y dijo que podía ser una buena candidata. La adoptamos y hasta hoy".

Pincho, uno de los perros señal de Askal indicando el origen de un sonido.
Pincho, uno de los perros señal de Askal indicando el origen de un sonido.

Pincho, uno de los perros señal de Askal indicando el origen de un sonido.

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