Cuando cientos de 'personitas' forman un rostro famoso

En su serie 'Populus', el artista norteamericano Craig Alan recoge esta obra: un retrato de Audrey Hepburn, una de las actrices más relevantes de toda la historia del cine.
En su serie 'Populus', el artista norteamericano Craig Alan recoge esta obra: un retrato de Audrey Hepburn, una de las actrices más relevantes de toda la historia del cine.
CRAIG ALAN
En su serie 'Populus', el artista norteamericano Craig Alan recoge esta obra: un retrato de Audrey Hepburn, una de las actrices más relevantes de toda la historia del cine.

Desde un punto de vista considerablemente alto, como el que se logra desde la ventanilla de un avión o desde la cima de una montaña, las casas, los árboles o las personas se ven pequeñas, tan minúsculas que parecen hormigas. Mucha gente diminuta puede formar una figura reconocible, como un ojo o una serpiente. Y, si se añade un poco más de imaginación, la unión de cientos de personitas puede crear la cara de un ídolo reconocible, como la de John Lennon o la de Marilyn Monroe.

Craig Alan ha empleado esta idea en sus obras: la de construir cuadros de estilo puntillista usando personas minúsculas —que pinta con espray empleando diferentes moldes— en lugar de puntos. A pesar de que este artista norteamericano ha trabajado registros muy variados, que van desde del expresionismo abstracto hasta el estilo más realista, es principalmente conocido por su serie figurativa Populus —que comenzó a producir en 2007—, en la que recopila docenas de rostros célebres, como el de Mickey Mouse, Pablo Picasso, Dalí o Frida Kahlo.

Este Mickey Mouse de traje y corbata está compuesto por cientos de personitas, pintadas al detalle por el artista norteamericano Craig Alan. Este cuadro del ya nonagenario ratón, pertenece a su serie 'Populus'.
Este Mickey Mouse de traje y corbata está compuesto por cientos de personitas, pintadas al detalle por el artista norteamericano Craig Alan. Este cuadro del ya nonagenario ratón, pertenece a su serie 'Populus'.

Vistos desde cerca, los retratos de Alan se parecen más bien a la plaza de Callao de Madrid o a la calle 42 de Nueva York. Como abejas que se mueven dentro de un enjambre, las personas del lienzo se desplazan dibujando flujos. Cada uno de sus actos sumados crea una imagen conjunta: la cara de un ídolo de masas, una figura, una forma. Los cuadros de Alan son, al fin y al cabo, un juego de perspectiva.

“No se trata de ti en el mundo o de ti contra el mundo, sino de ti con el mundo”, dice Alan en este vídeo. “No podemos pensar que el individuo es más importante que la totalidad”. Para el pintor, estos cuadros reflejan que los seres humanos no son tan relevantes como creen que son, porque “el universo es un lugar realmente grande”.

Años atrás, en la larguísima playa Orange Beach, en Alabama, Alan observaba a los bañistas desde el balcón de la casa de su madre. Según cuenta, un día decidió tomar fotos de quienes ocupaban el espacio. A partir de la sexta imagen, comenzó a percibir patrones: en una de las fotos, un grupo de personas parecía dibujar la forma de un ojo. A partir de ahí, comenzó a trabajar. Desde ese momento, el pintor ha reimaginado obras de grandes artistas pop como Andy Warhol o Keith Haring, o de firmas vanguardistas como Mondrain. Pero nada de esto es nuevo.

Pop art para sociedades conectadas

Decía el historiador estadounidense Daniel Boorstin que una persona famosa es “una persona conocida por ser muy conocida”. Al fin y al cabo, la existencia de un ídolo, como lo es Elvis Presley —de quien Alan también tiene un retrato—, depende de la existencia de una comunidad de personas que le conoce —le admira, le detesta o le ignora, pero le conoce—. Este tipo de pop art transmite la idea de que la sociedad es un rostro viviente, que respira y se mueve. Un rostro compuesto por cientos, por miles de personas.

Frente al deseo del arte pop de mediados del siglo pasado de resaltar la inexpresividad de los objetos, accesibles al consumo de masas, estos cuadros apuestan por la personificación de esa cultura masificada: Alan dibuja a personas pequeñas al más mínimo detalle, que representan a todos esos individuos anónimos que componen la sociedad.

Pero, Alan no es el único que ha trabajado esta fórmula. Su coetáneo singapurense Syaiful Rachman, uno de los artistas más relevantes en Indonesia, también ha creado una serie de cuadros en la que acoge rostros famosos compuestos de muchas figuritas humanas, como el de Charles Chaplin, Audrey Hepburn o John Lennon.

Las obras de Rachman destacan por la precisión de sus colores. En la misma línea que el artista norteamericano, y como indican en la página web de la Redsea Gallery, Rachman siente gran fascinación por la idea de celebrity.

Para él, cada celebridad es una especie de nodo que congrega varios elementos: persona, popularidad e, incluso, poder. Elementos que afectan a todos los seres humanos que viven en este mundo. La paradoja de los cuadros de Rachman y Alan es que están compuestos por cientos o miles de personas sin rostro que se unen para dar lugar a una cara.

Rostros que pertenecen a personajes famosas, esos puntos de unión o nodos de los que habla Rachman y que, como bien indicaba el sociólogo Zygmunt Bauman, en su libro Vida líquida, parecen ser “los principales generadores de comunidades” de las sociedades contemporáneas.

Dorota Mytych, ¿la pionera?

Desde que el pintor neoimpresionista George Seurat inaugurase la técnica del puntillismo, muchos elementos han sido empleados para sustituir los puntos de pintura en el lienzo: cuentas para hacer collares, botones, flores o personitas.

Resulta difícil determinar quién fue el primero en emplear individuos minúsculos a modo de puntos. Sin embargo, una artista de la misma generación que la de Rachman y Alan, Dorota Mytych, podría ser una de las pioneras en indagar en este terreno. Los cuadros de Mytych —artista polaco-australiana— guardan mucha relación con los de Alan, representan flujos y figuras, así como rostros. En cambio, las caras que pinta Mytych no pertenecen a miembros del star system.

Esta interpretación del famoso cuadro 'Stańczyk' de Jan Matejko pertenece a la artista polaco-australiana Dorota Mytych.
Esta interpretación del famoso cuadro 'Stańczyk' de Jan Matejko pertenece a la artista polaco-australiana Dorota Mytych.

La historia de esta autora es compleja. Su serie del 2004, Crowds (‘Multitudes’), parte de su infancia en la Polonia comunista de los ochenta, muy afectada por la crisis económica. Multitudes manifestándose en contra del régimen, multitudes organizadas de militares, multitudes pidiendo agua, zapatos o papel higiénico. Aquellas visiones germinaron en la mente de la artista hasta conseguir este concepto: el de flujos de personas simulando formas.

Según se puede leer en su propia web, la creadora está interesada en “multitudes vistas desde la distancia que permiten que una persona, que pueda observarlas desde arriba, pueda distinguir los patrones que crean”.

En la obra de Mytych, a medida que el observador se centra en los detalles de las figuritas que componen los cuadros, la relación entre el individuo anónimo representado y el real se acrecenta. En palabras de la propia autora, y según se puede leer en su web, lo que su trabajo intenta explorar es “ese cambio de lo anónimo a lo íntimo, la relación entre micro y macro, entre lo que está en las mentes de esos individuos y el dibujo grande”. Una relación que, sin duda, comparte con los cuadros de Alan y Rachman.

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