El fuselaje de un Boeing 747 lleva dos semanas aparcado en medio del desierto de Black Rock en Nevada (Estados Unidos), levantando la polémica sobre cuándo va a ser retirado de la zona para no dañar el entorno ecológico.

El avión fue usado como un club nocturno para el festival Burning Man, que cada año se celebra en esta zona. Uno de los lemas del festival es "No dejar rastro", con lo que los organizadores piden a todos los participantes que se lleven consigo lo que han traído y no contaminar el entorno con deshechos.

De hecho, cada asistente debe asegurarse de no dejar basura tras de sí, y la organización pone enfasis incluso en piezas pequeñas de basura como los tapones de botellas, cáscaras de fruta, restos de pistachos, etc.

Así que el hecho de que el fuselaje de un avión esté aún en la zona tras el festival, que terminó el 4 de septiembre pasado, ha despertado críticas.

De acuerdo con el portal SF Gate, la propietaria del aparato es una organización sin fines de lucro llamada Big Imagination, que asegura que no lo ha abandonado y está buscándole un almacén.

Según ha declarado un representante de la organización al portal californiano, los planes originales era guardar el avión en una propiedad cercana, pero a última hora el dueño se echo para atrás. Desde entonces han estado buscando otro sitio para almacenarlo y aseguran que se mueven "lo más rápido posible". "Quisiéramos resolverlo este fin de semana".

En un comunicado, Big Imagination se disculpa con todos los seguidores del festival. "Lo último que deseamos es dejar un desastre ecológico en la zona o poner obstáculos para que Burning Man siga renovando sus permisos", señala el texto.