Las estrategias electorales tienen todas el mismo fin, que no es otro que captar el voto. En estos momentos, el PSOE se sitúa como primera fuerza política en intención de voto entre los jubilados y pensionistas, entre los parados y entre los estudiantes, sectores afectados por la crisis y que eran el sector principal de Podemos.

Por otra parte, en el grupo entre 35 y 54 años la opción preferida sigue siendo Ciudadanos, mientras el PP cala en los mayores de 65 años, con Vox al acecho.

El escenario electoral arroja, eso sí, una serie de conclusiones: el equilibrio es cada vez mayor entre los bloques ideológicos. En las elecciones de 2016, la suma de los porcentajes de voto de PP y Ciudadanos fue el 46.1% frente al 43.8% de la suma PSOE y Unidos Podemos.

Una diferencia de 2.3 puntos favorable a los partidos del bloque de centroderecha - derecha. Ahora esta diferencia, favorable al mismo bloque, se situaría en solo ocho décimas.

Lo 'nuevo' se mantiene todavía lejos de lo 'viejo'. Como ya ocurrió en las dos elecciones en las que las urnas arrojaron un esquema cuatripartidista —las de 2015 y 2016— la suma de los porcentajes de voto a favor de los dos partidos tradicionales (PSOE y PP) superarían la suma de los porcentajes logrados por las dos nuevas formaciones políticas (Unidos Podemos y Ciudadanos).

Con todo, la diferencia se habría reducido de los 21.5 puntos de las elecciones de 2016 a los 14.6 ahora estimados (y la suma de PP y PSOE sigue al límite del 50%).

El resultado electoral estimado en este sondeo se basa en el supuesto de una participación electoral del 63%, inferior en casi siete puntos a la de las elecciones de 2016 (entonces votó el 69.8% del censo de residentes). Tener en cuenta este dato es sumamente relevante dado que el porcentaje de electores que finalmente acabe votando resulta decisivo para el resultado final.