La Policía ha detenido en Murcia a un hombre de nacionalidad guineana y a otro senegalés como presuntos autores de estafas valoradas en 47.000 euros por el "timo del falso vidente" o "de la brujería".

La Jefatura Superior de Policía informó que los detenidos son, B.G., de 33 años, y B.A., de 28.

Estos les garantizan la solución de sus males o problemas, mediante una serie de ritos o magia negra, para los que es necesario que los "pacientes" les entreguen cantidades de dinero o joyas, para que se "purifiquen".

El dinero o las joyas son introducidas en un sobre, pequeñas cajas de caudales o de cartón, saquitos de tela o simples envoltorios, y realizan una serie de ritos en presencia de las víctimas.

En el transcurso de esos ritos el "brujo" o falso vidente, con la ayuda de otra persona que actúa como "gancho", sustituye el recipiente con las joyas o dinero, por otro que contiene solo recortes de papeles, de telas o incluso chinarros, según el peso y volumen a disimular.

Una vez concluido el ritual, realizado en una habitación ambientada al efecto con la sola luz de unas velas rojas, les entregan el sobre o recipiente cambiados, dan cita a las víctimas para días después y les indican que no deben abrirlo para que surta efecto la magia.

La fuente indicó que los detenidos montaron un "consultorio" en el barrio murciano de El Carmen y que el senegalés que realizaba el papel de "gancho", recibía a las víctimas, en este caso dos mujeres españolas, en la consulta inicial que costaba 30 euros, les sondeaba sobre su problema e informaba al guineano antes de iniciar la entrevista.

Tras escuchar los problemas de las pacientes, y acomodar sus respuestas a los mismos, al final de la consulta el "brujo" les pedía cantidades que oscilaban entre los 200 y 300 euros para entregarles un producto para que limpiasen su casa, como primera medida de "purificación" y las citaba para días sucesivos, en los que debían llevar más dinero para realizar los ritos de magia negra e invocar a los espíritus para la purificación definitiva.

El engaño que ha acabado con la detención de B.A. y B.G. fue descubierto por el esposo de una de las víctimas, quién denunció la estafa.