Es uno de los bombarderos más conocidos y respetados de Francia por la coherencia de sus trabajos en las calles y la novedad formal que introdujo en el grafiti del país. BOM.K —su nombre real prefiere no darlo— fue de los primeros en hablar en los murales y pintadas de la exclusión social, el odio racial, la miseria de la vida en los inhumanos, violentos y empobrecidos suburbios del sur de París y la rabia consiguiente a la situación.

Nacido en algún momento de los años setenta, BOM.K —firma que utiliza desde 1994 y que procede de la expresión killa bombing (del ingles killa, asesino y bombing, bombardear— fue uno de los fundadores de Da Mental Vaporz (DMV), una de las crew (pandillas) más radicales y activas del arte callejero de vieja escuela. Algunos de sus espectaculares trabajos en común sobre paredes medianeras completas pueden verse aquí y aquí, en este otro vínculo aparece su montaje casi cubista en una capilla abandonada del sigflo XI en Angers (Francia) y aquí hay un vídeo sobre el proteico trabajo en un supermercado en ruinas de París.

BOM.K, como puede comprobarse en su página de Flickr, es uno de los más grafiteros de estilo más personal de DMW. Sus personajes son siniestros seres protohumanos de grandes y ávidas dentaduras que viven en un mundo gris, desesperado y sin horizontes. Que el grafitero saltara a las paredes de las galerías de arte, sobre todo después del éxito de la primera monografía publicada sobre su trabajo, HB, Blac Trace (HB, trazo negro, 2007), era un movimiento anunciado.

La KnownGallery de los Ángeles (EE UU) presente, del 11 al 25 de enero, Confusions (Confusiones), una exposición sobre la obra más reciente del artista urbano francés, que desde 2005 trabaja en solitario con más frecuencia que con el colectivo. Las armas de BOM.K siguen siendo las mismas: pintura en aerosol, rotuladores y lápices. El formato que prefiere es grande, en ocasiones del tamaño de las paredes donde hasta hace poco confeccionaba murales.

Con "una sólida reputación internacional" que le convierte en "uno de los grandes nombres del postgrafiti, la ilustración y el arte contemporáneo", según dicen los galeristas, la serie que presenta en Los Ángeles está cargada de angustia e inquietud. Los personajes, que han perdido forma hasta convertirse en masas de carne gris, se unen en besos y abrazos que parecen actos de canibalismo.

Bom.k "desarrolló su estilo único en las calles y las fábricas abandonadas", pero se ha "liberado de las reglas tradicionales del grafiti para seguir su propio camino y crear un universo lleno de monstruos deformados, carne gritando, criaturas híbridas, ciudades claustrofóbicas y visiones infernales", dice en un ensayo sobre la exposición su. colega de DMV Sowat.

Con una técnica exquisita con el espray, con el que logra líneas finas y de gran precisión, BOM.K ha estado "encerrado en su estudio" durante "días, semanas y años" experimentando. "Odia la improvisación", señala su compañero. "Es todo lo contrario. Todo lo que hace está planeado cuidadosamente:  puede pasar días esbozando una idea, llenando páginas y páginas con trazos de lápiz. Hace cada uno de estos croquis con la paciencia de un relojero y la delicadeza de un orfebre".

El elemento clave en la obra del grafietero es la "monstruosidad" que percibe. "Sus cuadros reflejan cómo Francia se ha convertido en una nación con un mezcla desesperada entre edificios amenazantes, pandillas de jóvenes desilusionados y horizontes tapiados. Es un artista atormentado por las visiones que acechan en la ciudad, por las caras crispadas con las que se topa en cada esquina, en cada vagón de metro. Lleva años completando un bestiario imaginario con las criaturas infernales que le rodean".

Influido por El Bosco, el videoartista Chris Cunningham y el artista alemán Hans Bellmer, el cuerpo humano y la deformación de la carne son asuntos primordiales en Confusions, poblada seres terroríficos y hardcore basados en el canon siniestro de la fealdad, la enfermedad y la anormalidad. "Estas criaturas nos están mirando como si estuvieran listas para saltarnos a la garganta si somos lo suficientemente tontos como para acercarnos lo suficiente a los cuadros", concluye Sowat.