Fernando, Bernardino, Julián y Juan Carlos han protagonizado una auténtica hazaña. Los cuatro, experimentados pilotos, acaban de cubrir la distancia entre Getafe y Honningsvag (Noruega) tras culminar el primer vuelo entre la Península Ibérica y el Círculo Polar Ártico en autogiro. Un total de 4.800 kilómetros a bordo de la aeronave que Juan De la Cierva inventó allá por 1920 y que ellos están empeñados en poner de rabiosa actualidad.

"Hemos tenido problemas de visibilidad y ha habido que aterrizar en dos ocasiones en campos que no estaban previstos, pero siempre creímos que era posible lograrlo, que lo conseguiríamos", explica convencido Fernando, uno de los miembros del equipo y piloto del Ejército.

Su heroicidad exige "mucha experiencia" y un entrenamiento constante: "Volar es como conducir, no se te olvida, pero si no practicas pierdes mucha destreza". Por eso el equipo, que contaba con apoyo por tierra, estuvo casi dos años preparando los detalles del viaje y entrenando prácticamente "a diario". Una perseverancia que les ha permitido realizar el viaje en diez días, cubriendo una media de 500 kilómetros diarios en dos etapas y unas cinco horas de vuelo.

Fue al cruzar los Pirineos cuando las dos aeronaves que transportaban a los cuatro integrantes del equipo alcanzaron su máxima altitud: 9.000 pies. El resto del viaje no sobrepasaron los 1.000 pies o, lo que es lo mismo, 300 metros. Aunque aclaran que un autogiro puede alcanzar incluso los 14.000 pies.

Culminado su reto, ya piensan en el próximo, que es "casi un sueño": la vuelta al mundo en autogiro. Saben que no será antes de dos o tres años y siempre que logren patrocinadores. Además, necesitan tiempo: "Porque todos tenemos que trabajar para poder vivir", aclaran.