"Todo es mejor en pelotas", comenta Léa Panduccio, quien está animando con su página a los neoyorquinos a realizar una yincana sin ropa. La experiencia puede ir desde comer pizza y escuchar jazz o poesía hasta jugar a juegos de mesa, pintura con modelos en vivo o, si es tu cumpleaños, gimnasia.

Se trata de Just Naked (Solamente desnudos, en español), y es una iniciativa puesta en marcha por Panduccio, de 27 años, y su esposo, Adam Schwietert, de 29, confundadores de este grupo que organiza diferentes eventos en La Gran Manzana desde el pasado enero, tal y como recoge de New York Post.

"Venga y abrace a su niño interior con nuestra Introducción Desnuda a la gimnasia para adultos", dice parte del evento que comienza este martes y que se iniciará con 20 minutos aún vestidos y, pasado ese tiempo, ya comienzan las volteretas y sentadillas en cueros.

Todo ello, en un "espacio privado cerca de Herald Square", en la intersección entre Broadway y la Sexta Avenida de la metrópoli norteamericana, en un lugar concreto que se confirma a través de boleto oficial una vez inscrito.

El ticket cuesta 17 dólares (15,20 euros), pero una membresía mensual, con la que se puede asistir cada día que se realice una actividad, tiene un precio que oscila, dependiendo de lo que se busque, de 5 a 35 dólares (de 4,5 a 31, 4 euros).

"Estar desnudo es algo divertido, especialmente para las personas que no están acostumbradas", asegura Schwietert, quien advierte que él no se condisera ni nudista ni naturalista. "A menudo hay muchas risas", añade.

De hecho, desde la propia organización se tiene en cuenta que esto puede ser un reclamo para principiantes, por lo que no hay problemas si las mujeres quieren dejarse las bragas puestas e, incluso, poseen una política específica para las erecciones.

"Sé consciente de tu excitación, tómate tu tiempo para celebrar el hecho de que eres humano y luego discúlpate contigo mismo hasta que el fuego se enfríe", reza su propia página.

Aunque esta sea de las pocas normas que tienen, si es que se les puede llamar así. Porque además tampoco es que se preocupen demasiado de las redes sociales: según Schwietert, aún así suele funcionar.

"Ni siquiera están prohibidos los teléfonos... Si estás desnudo, ¿dónde lo vas a poner?", bromean sobre algo que, como casi todo lo novedoso en Nueva York, funciona: desde primeros de año, han asistido unas 600 personas a sus 50 eventos y cada vez va a más.

Sin embargo, Schwietert piensa que en algún momento los cuerpos se volverán secundarios, primando sobre todo el hecho de poder conocer nuevas personas y estar en un ambiente totalmente relajado y distendido.

"La parte de la desnudez se volverá aburrida con el tiempo, pero la gente y su compañía nunca lo hace", opina sobre su propio y próspero negocio.