Una de las normas más importantes de los museos y exhibiciones es proteger las piezas de arte que se exponen sin que nadie las toque. Por ello, más allá de establecer medidas como distanciamientos o cristales protectores, también existen diferentes vigilantes encargados de que todo el mundo disfrute de la obra sin llegar a destrozarla.
Aunque, lo que nadie se esperaba es que fuera uno de los propios miembros del museo quien se atreviese no solo a tocar una pieza, sino que intentara comérsela. Y es que, como así se descubrió en una exposición en Moscú, uno de los trabajadores vandalizó una de las obras de la manera más extraña.
Todo ocurrió la primera semana de febrero en el centro de exposiciones permanentes VDNKh de la capital rusa. Durante la exhibición de arte contemporáneo descubrieron que faltaba una de las obras. Esta, titulada "Escape of the Goldfish", o en castellano "La huida del pez de colores", se trataba de una pecera de la que sobresalía un pez junto a un cuadro del mar abierto, con otro pez pegado a él como si hubiera saltado de la pecera a las olas.
La idea del cuadro era invitar al espectador a reflexionar, no a probarla, aunque parece que el trabajador no se dio cuenta del detalle. Como así mostraron las cámaras, el guardia se acercó a la obra para tirar despreocupadamente de los peces. Así, mientras sujetaba el cuadro del mar, tiró hasta poder desprender al pez, olerlo y pegarle un bocado.
Cuando los organizadores se dieron cuenta de lo que había pasado no podían imaginarse quién estaba detrás del acto de vandalismo. A su defensa, cuando le preguntaron el por qué de sus acciones, el hombre se limitó a encogerse de hombros y decir que había pasado una noche muy dura, durmiendo muy poco, y que no entendía lo que estaba haciendo cuando destrozó la obra de arte.
El guardia fue despedido y el cuadro finalmente se ha restaurado y puede volver a verse sin problema. Aunque ahora la reflexión ha cobrado un nuevo significado.
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