Una de las cosas más molestas de viajar en avión es la limitación de tamaño de equipaje, y no es hasta que la maleta cabe en el medidor de las aerolíneas que no pueden respirar tranquilos, pues las multas que las compañías cobran por el exceso de tamaño de equipaje son muy elevadas. 

El celo que los empleados de las aerolíneas ponen en el cumplimiento de esta limitación, que ha sido puesta en duda por muchas sentencias (que indican, por ejemplo, que la maleta pequeña de cabina es inerente a volar y por tanto no pueden cobrar por subirla a bordo), podría tener motivaciones económicas. 

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Un ejemplo es la compañía Frontier Airlines, que está siendo muy criticada después de que medios estadounidenses revelaran que los empleados reciben una comisión de 10 dólares cuando le cobran a un pasajero la tarifa por equipaje de gran tamaño.

La comisión salió a la luz cuando la periodista de Salt Lake City, Dyana Villa, grabó cómo a ella y a otro pasajero les decían que su equipaje de mano no cumplía con los requisitos de tamaño para un vuelo desde el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington al aeropuerto de Denver. En los comentarios de su publicación en TikTok un usuario reveló haber oído sobre esa comisión. 

"Me dijeron que mi bolso era demasiado grande para ser considerado artículo personal, sin embargo, cuando lo puse en el cubículo de medición encajaba perfectamente bien. Esto le pasó a otras dos personas y aun así nos cobraron 100 dólares", explicaba Villa en su vídeo de denuncia.

Al final la compañía se vio obligada a confesar y declaró a preguntas del diario The Independent que la bonificación es "simplemente un incentivo para que nuestros agentes de servicio al cliente del aeropuerto ayuden a garantizar el cumplimiento de nuestras políticas y que todos los clientes sean tratados por igual".

Este asunto trasciende lo viral, pues incluso el presidente de EE UU, Biden, se refirió al tema en un reciente discurso, asegurando que muchas aerolíneas tienen tarifas "basura" y prometió presionar a las aerolíneas, los centros turísticos e incluso los vendedores de billetes para que hagan que sus sistemas de precios sean más "transparentes".