Es probable que, tras escuchar la historia de Roman Trofimov, cualquiera deje de quejarse por haber pasado el confinamiento con niños, solo o discutiendo con sus parejas o compañeros de piso. Y es que este hombre de Estonia estaba de vacaciones cuando, a causa de la pandemia, se quedó sin poder salir del aeropuerto de Manila.

Este turista estuvo unos días en Tailandia de viaje y su siguiente destino era Filipinas, pero al llegar al aeropuerto de la capital el 20 de marzo, debido a las restricciones del espacio aéreo, no pudo pasar por inmigración. No se podían emitir visados para entrar al país, y tampoco podía volar de vuelta.

Que se entere Tom Hanks, ya hay alguien que ha vivido la historia de La terminal en sus carnes tras estar atrapado en un aeropuerto. Usar los baños públicos, dormir en el suelo, comer en los restaurantes... Como estar en la cárcel, solo que con vistas a la pista de aterrizaje.

"He estado aquí más de 100 días. Necesito ayuda para salir de aquí", declaró entonces a los medios. "Soy una persona con discapacidad, mi salud está empeorando por la mala alimentación, la falta de sol y aire fresco. No tengo otra opción más que pedir ayuda públicamente".

Finalmente, tras llegar su historia a los medios de comunicación y enterarse la embajada, el pasado martes 7 de julio pudo volar de vuelta a su país, por lo que estuvo un total de 110 días atrapado. Según los medios de Estonia, Trofimov pudo regresar gracias al denominado "pasaporte gris", una especie de salvoconducto para viajar cuando no se tiene pasaporte.

A pesar de que todo ha acabado bien, el ministro de Asuntos Exteriores de Estonia quiso recalcar en un comunicado la responsabilidad que recae sobre Roman Trofimov, quien viajó a Filipinas durante un tiempo en el que ya "se habían anunciado situaciones de emergencia y el ministerio de Asuntos Exteriores había anunciado una alerta con respecto a los viajes".