De todos los cambios que se está encontrando Fernando Alonso en su aterrizaje en el Mundial de Resistencia, uno de los que más le está llamando la atención es el de la cercanía del público con los pilotos. Este detalle, que para algunos como sus propios compañeros de Toyota es algo positivo porque les transmite más comodidad y menos encorsetamientos, se ha convertido en un problema para el asturiano, más acostumbrado a pasear por el paddock de la Fórmula 1 sin que nadie le atosigue.

"La gente aquí no necesita pases, los fans, así que cada vez que voy al baño es... interesante. Eso de ir con 40 o 5 personas... ¡parece que en ese momento todos tienen que hacer pis!", decía, irónico, el asturiano, en su encuentro con la prensa tras la clasificación. "Creo que en Le Mans está todo más restringido, pero es parte de estas carreras, como pasa en Daytona o Indianápolis. Aquí los aficionados tienen más contacto con nosotros. Quizá demasiado...", bromeó.

No le falta razón a Alonso. A diferencia de la Fórmula 1, en el Mundial de Resistencia es muy habitual encontrarse a público en la misma puerta del motorhome de los equipos, donde se cruzan con los pilotos de manera habitual. La única restricción está a la hora de acercarse a los garajes, donde sí hay comisarios del WEC limitando su paso. Ahí sólo pueden entrar, y acompañados, miembros de prensa, además de los propios integrantes de cada equipo.

En la Fórmula 1, en cambio, el paddock está vetado para el común de los mortales. Para pasar ahí hay que pagar por una entrada mucho más cara (los precios de Spa no han pasado de los 35 euros), y aún así no tienen tanta cercanía. En el Gran Circo, la única manera de tener acceso a los motorhome de los equipos es formar parte del séquito de algún piloto, ser un 'VIP' de verdad (o de pago, vía Paddock Club, de exclusiva y cara membresía) o ir acompañado de un patrocinador, que suelen incluso propiciar encuentros con los pilotos.