Dicen las malas lenguas que todo comenzó con una multa por pintar el asfalto por el que iba a transcurrir una prueba ciclista en Suiza.

Más allá de escarmientos y maneras de animar sin ser sancionado, lo cierto es que no hay Tour sin que aparezca en las cunetas de todas las etapas Dieter Senft, Didi, el famoso aficionado disfrazado de diablo que eclipsa hasta la propia carrera.

Nacido en 1952 en Storkow, un pueblecito cercano a Berlín, Didi se ha convertido para el ciclismo en lo que Manolo el del Bombo es para la selección española de fútbol. Su presencia es inevitable, simpática... y hasta necesaria.

Si Mike Jagger le hubiera conocido antes, seguramente hubiera encontrado una justificación para tener Simpatía por el diablo, como rezaba el famoso tema de los Rolling Stones.

Todo comenzó en...

El fenómeno, cómo no, en la ronda gala, en una etapa que en 1992 entraba en Andorra. El Tour llegaba al Principado pirenáico y las cámaras no pudieron evitar captar a un particular aficionado que, vestido de diablo, animaba el paso de los ciclistas.

Su aspecto no podía ocultar una veneración especial por un italiano, Claudio Chiapucci, al que se apodaba en Italia como 'il diabolo' por su, dicen, insistencia para atacar en cualquier momento.

Pero Chiapucci, uno de los protagonistas del ciclismo en los primeros años de la década de los noventa, fue superado por su obra, por ese tipo que parecía un friki más con ganas de llamar la atención, porque Didi, ese que apareció por primera vez en un Tour, siguió ganando notoriedad.

Cerca del pelotón, en cualquier lugar

Ya fuera el propio Tour, el Giro de Italia, la Vuelta a España o los Mundiales de Fondo, fuese cual fuese su ubicación, allí estaban Didi y su espesa barba blanca armados con su tridente, su disfraz de demonio y su no menos famoso remolque con una bicicleta gigante.

Ciclista aficionado en su juventud, Didi soñaba con hacerse profesional y participar en la otrora prestigiosa Carrera de la Paz. El ciclismo, si bien no sobre la bicicleta, acabó dándole fama.

Su modus operando no ha variado nada en los últimos años. Fiel a su estilo, y embutido en su disfraz, el diablo recorre durante tres semanas el mismo itinerario que hace una vuelta de tres semanas con su remolque y suele aparecer en los últimos 25 kilómetros de una etapa llana o en los últimos cinco si la jornada acaba en montaña.

Hasta le patrocinan

Es tan famoso que incluso tiene patrocinadores personales, que le han permitido costearse sus numerosos viajes. Los aficionados le buscan como si fuera una gran estrella. Fotos, autógrafos, grabaciones de vídeo... y Didi siempre sonriendo.

Ha sido capaz de entrar en el Libro Guinnes de los Récords gracias a las bicicletas que ha diseñado en los últimos años, todas ellas de diseños y materiales llamativos. Hace unos años, de hecho, construyó la bicicleta más grande del mundo con casi ocho metros de largo y casi cuatro de alto (7,80 m x 3,70 m eran sus medidas). La que vemos en la imagen.

En una ocasión anunció que su compatriota Patrik Sinkewitz, actualmente en el T-Mobile, sería uno de los nuevos campeones del Tour de Francia. ¿Tal vez se trate de un pacto con el diablo?