El día en que Toni Kroos casi llora y el madridismo supo cuánto le va a echar de menos

Toni Kroos abraza a su hijo tras abandonar el campo en su último partido en el Bernabéu.
Toni Kroos abraza a su hijo tras abandonar el campo en su último partido en el Bernabéu.
Ángel Martínez | Angel Martinez / GETTY
Toni Kroos abraza a su hijo tras abandonar el campo en su último partido en el Bernabéu.

Eran las 20.30 y el sol se resistía a perderse un momento como ese. Salió el Real Madrid en fila india en busca del calentamiento y cada jugador tomó una dirección. Era igual, allí solo había ojos para Toni Kroos. El madridismo tenía prisa por hacerle comprender al alemán cuánto lo ama y cuánto lo añorará. Llegaron los primeros cánticos y el germano, peto amarillo y eternas botas blancas, simple, se metió en el centro del partidillo y ejerció de compás, con el resto del equipo pivotando a su antojo, una década así, viviendo un segundo por delante del resto.

Al futuro jubilado de 34 años se le intuyó emoción cuando Betis y Real Madrid construyeron el pasillo por el que desfiló por última vez, mientras el campo entero se ponía de pie y una inmensa ovación amenazaba con retrasar el partido para siempre. Fue Kroos, que es alemán, quien detuvo aquello con un gesto de la mano y una sonrisa en plan 'si al final me emociono'. Allí estaban para jugar. 

La primera parte duró 48 minutos y parecido número de balones salieron desde las botas del 8 en forma de pase en sus diferentes versiones: allí en largo, aquí en corto, pared al primer toque o lo que en cada ocasión requiriese. Ni uno falló. Se considera cotidiano, es prodigioso. Por entonces, qué importaba el marcador.

La segunda parte no quedará tampoco para la antología de grandes secuelas. Un verano inolvidable llegaba a su fin y la afición tenía aplausos para todos: se fue Nacho -¿para siempre?-, entró Modric porque tenía que hacerlo y punto y, a las 22.44 h, Toni Kroos abandonó el campo: de punta en blanco, como un finalista de Wimbledon, mientras la vida continuaba en aquella pradera ya sin él, que secaba las lágrimas de sus tres hijos, quizás ocultando las suyas. Solo quizás. "He estado bastante fuerte hasta que he visto a mis niños y me ha matado", sentenciaba.

Toni Kroos es manteado por sus compañeros del Real Madrid en su último partido en el Bernabéu.
Toni Kroos es manteado por sus compañeros del Real Madrid en su último partido en el Bernabéu.
Ángel Martínez | Angel Martinez / GETTY

Allí no se movió nadie cuando acabó el partido, 0-0 por cierto. Kroos regresó ya como leyenda e inició la vuelta de honor escoltado por toda la plantilla mientras sus fieles -todos- le cantaban aquello de '¿Cómo no te voy a querer?' y todas las piezas del repertorio. Si por ellos fueran, la despedida habría sido eterna. Ni Taylor Swift les hubiera echado de allí.

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