La vida puede cambiar drásticamente en cuestión de segundos, y presentar oportunidades únicas que sólo unos pocos elegidos son capaces de aprovechar gracias a su trabajo y esfuerzo. Ese está siendo el caso de Joselu Mato, que a sus 33 años y después de una carrera dedicada al gol en equipos de segunda línea por toda Europa, ha logrado abrirse hueco entre superestrellas en el once titular de todo un Real Madrid.
Hace apenas un par de años, el ariete criado en 'La Fábrica' acudía a París como aficionado —siendo jugador del Espanyol— para animar al club blanco en la final de la Champions ante el Liverpool, sin tener idea de lo que le deparaba el futuro. Ahora, hace apenas un día, recogió el trofeo de MVP de la Champions por el doblete que rescató al conjunto blanco ante el Union Berlin. Las vueltas que da la vida.
Quién le habría dicho a Joselu que estaría viviendo en el Olimpiastadion de Berlín, en la competición más exigente del mundo y con su equipo por debajo en el marcador hasta en dos ocasiones, probablemente el momento álgido de su carrera como futbolista después de haber perdido prácticamente la esperanza de recibir esa oportunidad en el club de su vida.
Le llegó en el momento más inesperado, consumado su descenso a Segunda División con el Espanyol pero como Zarra de la pasada Liga, y con un peso añadido que no se podía esperar: la salida de Karim Benzema. Sin más inversión en la parcela ofensiva, Joselu comenzó la campaña y continúa como único delantero centro de la plantilla al servicio de Carlo Ancelotti, pero ha dado un paso adelante que ni sus defensores más optimistas esperaban.
Un jugador de rol, de momentos, de apuros y circunstancias que, en lugar de verse superado por la presión o de venirse abajo al más mínimo error, ha cogido las riendas de su destino y se está labrando a base de sacrificio y goles un rendimiento por encima de lo esperado. No es infalible, ni mucho menos, pero entrega y arrojo le sobran; es un martillo pilón.
Cualidades y condiciones indispensables en la idiosincrasia impuesta por el público del Santiago Bernabéu, que combinadas con su instinto innato para el gol y con un equipo muy superior a cualquier otro con el que haya compartido experiencias en su carrera, le están permitiendo ofrecer números y prestaciones muy superiores a las que se le presumían cuando el Madrid anunció su fichaje, innecesario para muchos.
Venía a intentar cumplir un cometido maldito en los últimos tiempos en la casa blanca. Ni Mariano, ni Jovic, ni ningún otro atacante habían logrado ser remplazos de garantías para Benzema ni para la delantera blanca, pero Joselu lo está bordando pese a ser el que peor lo tenía de base, el que más obstáculos iba a encontrarse con el 'papelón' de suplir a todo un Balón de Oro.
Nada más lejos de la realidad, porque en apenas unos meses ha metido más goles (ocho) de los que hicieron sus antecesores en años. Mariano en cinco temporadas firmó siete dianas, y Jovic en tres hizo tres. Si a eso se suma que llegó cedido, que costó 500.000 euros en salario, y que sus tantos han servido como este pasado martes para lograr victorias importantes y dinero necesario (2'8 millones en este encuentro de Champions), el negocio para el Real Madrid ha sido redondo.
Es el tercer máximo artillero blanco esta temporada, sólo por detrás de Rodrygo (nueve) y Jude Bellingham (16). No es Benzema, ni falta que hace. No se le fichó para sustituir al francés, cuyo hueco motivó un cambio de dibujo táctico hacia el 'diamante' que emplea ahora Ancelotti, pero entre lesiones y ausencias ha encontrado su hueco en la punta de ataque y está exprimiendo al máximo sus minutos.
El futbolista español nacido en Alemania ha aparecido en 21 de los 22 partidos disputados por el Madrid este curso. Con diez titularidades, suma además de los ochos goles dos asistencias, y ya es una figura fundamental por todas las soluciones que aporta. Hace todo lo que el Madrid necesitó todos estos años, ser una alternativa efectiva ante rivales cerrados y bien armados atrás, pero sigue explotando sus mejores cualidades sin compasión.
Ofrece un remate de cabeza impecable, ese que tanto ha echado de menos el conjunto madrileño en momentos pasados. Domina el juego de espaldas como nadie, sabe asociarse y servir de pivote en ataque, y sobre todo, nunca se rinde. No es para menos, porque está viviendo un sueño que le puede abrir, en el que debería ser ya el ocaso de su carrera, las puertas de la selección española de cara a la Eurocopa. La renovación, desde luego, se la está ganando.
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