España perdió este viernes 2-3 en Pontevedra ante Italia en un partido que comenzó dominando como acostumbra, pero que dejó escapar en quince minutos de locura en el arranque del segundo periodo por un error digno de alevines. Aun así, pese a no poder remontar, la derrota de Suecia ante Suiza garantiza la presencia de las campeonas del mundo en la 'Final Four' de la UEFA Women's Nations League que permitirá a la Roja luchar por estar en los Juegos Olímpicos de París 2024.

La Roja comenzó el partido como acostumbra. Los primeros cinco minutos fueron de tanteo, para medir fuerzas y distancias con las italianas, hasta que lograron tomarles la medida. A partir de ahí, España dominó como acostumbra, amasando bola y apabullando a Italia con sus llegadas por ambos flancos, especialmente con Salma y Olga por la izquierda. En esa banda nació la jugada del primer gol, de hecho, aunque finalizó al otro lado.

Athenea del Castillo recogió un balón en el pico del área, encaró a su par, tiró un par de amagos con el cuerpo y salió hacia fuera. El ángulo no era el idóneo, pero se sacó un cañonazo a la escuadra del palo corto ante el que poco o nada pudo hacer la guardameta Giuliani, que sí estuvo mucho más acertada en el resto de intentos españoles de la primera mitad.

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Ese gol permitió a España seguir insistiendo sin preocuparse en exceso por la defensa, y mucho menos cuando supo que Suecia había perdido ante Suiza y que eran matemáticamente primeras de grupo y estaban clasificadas para la ‘Final Four’ de la UEFA Women’s Nations League. Con los deberes hechos antes de tiempo, Italia pudo sacudirse el asedio de las campeonas del mundo, recuperó terreno y adelantó la línea defensiva, pero esa presión extra únicamente le permitió dejar de sufrir ocasiones claras de gol en contra.

Un conjunto italiano que, como el español, atraviesa un proceso de renovación profundo. Si aquí Montse Tomé apenas lleva cinco partidos dirigidos, su homólogo Andrea Soncin apenas va por el segundo, y aunque tiene tarea por delante, al menos se lo puso difícil a la vigente campeona del mundo en la primera mitad.

Y sí, hablamos sólo de la primera mitad, porque en la segunda España protagonizó el despiste más bochornoso del año y probablemente de la historia de la selección, propio de un equipo amateur. Montse Tomé quiso reservarse a dos futbolistas imprescindibles como Aitana Bonmatí, actual Balón de Oro, y la goleadora Athenea del Castillo, para evitar lesiones como la de Alexia Putellas. Buena idea, pésima ejecución.

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La seleccionadora y su cuerpo técnico comunicaron mal y tarde a Lucía García y a Esther González sus respectivos cambios, y así España salió a jugar con nueve futbolistas. A la primera de las sustituciones sí le dio tiempo a ingresar antes de que la colegiada se llevase el silbato a la boca, aunque con los cordones desatados, pero la segunda seguía en vestuarios cuando Italia aprovechó la superioridad en la reanudación para hacer el empate.

Giacinti abrió la lata para la ‘azzurra’, y de paso dio rienda suelta a un festival ofensivo inaudito en la selección transalpina hasta ese momento. Al gol del empate le siguió el 1-2, obra de Cambiaghi de cabeza, y muy poco después el 1-3, cortesía de Linari también de cabeza a la salida de un saque de esquina. España estaba en la lona, avergonzada ante su público y confusa, sin ánimo ni moral para reaccionar.

Lo intentó como la vigente campeona del mundo que es, porque tiene prohibido rendirse. Así llegó el 2-3, a falta de 15 minutos para el final. Tere Abelleira había estrellado un balón previamente en el larguero, y a la segunda metió un pase filtrado a Esther para que esta definiese con la puntera. El partido terminó de romperse, el centro del campo dejó de existir, y el correcalles se impuso al orden y al control.

Fue insuficiente, porque España estaba muy activa pero mucho más nerviosa. El ridículo era difícil de maquillar, y al final fue tarea imposible rascar aunque fuese un empate. Primera derrota desde el Mundial, primera derrota desde la salida de Luis Rubiales y Jorge Vilda, y primera derrota de la era Montse Tomé que esperemos no afecte demasiado a la moral y la psique de las campeonas del mundo.