Se acabó el sueño español en Roland Garros, y lo hizo de la peor manera posible. Después de un partido titánico, con esfuerzos sobrehumanos por parte de ambos tenistas, y con un nivel técnico y unos intercambios de golpes a la altura de auténticas leyendas, Novak Djokovic se llevó el choque en casi tres horas y media ante un lesionado Carlos Alcaraz por tres sets a uno (6-3, 5-7, 6-1, 6-1) en la Philip Chatrier parisina, y jugará una nueva final de Grand Slam este domingo.

Lo dio todo el murciano, número 1 del mundo que buscaba su segunda final de un grande en París, donde tantas veces había reinado Rafa Nadal, pero su cuerpo le jugó una mala pasada en el momento más inoportuno. Sufrió en el primer set y buena parte del segundo, pero se repuso y encontró su juego cuando más lo necesitaba. 

Y justo entonces, al inicio de la tercera manga, un mal gesto al apoyar descolocó algo en su pierna derecha, en el gemelo. Desde entonces, mucha atención médica que fue inútil, porque recuperó algo de su nivel pero no era capaz ni de correr. Finalmente, Djokovic se llevó sin oposición los dos asaltos que le restaban ante un Alcaraz incapaz de esprintar, pero que realizó un esfuerzo loable para, al menos, acabar el partido.

Aún así, a pesar de todo, nada puede restarle mérito a la victoria del serbio. Dominó con puño de hierro el primer set, donde no dejó que Alcaraz rompiese su saque, mientras él sí lo logró. Se notó mucho su experiencia en estas instancias de competición, porque no perdió la compostura y desesperó a Alcaraz con bolas largas, dejadas y cruzadas imposibles.

De hecho, insistimos, la segunda manga siguió la misma tónica, pero Carlos se vino arriba y encontró un resquicio en el juego del balcánico. Logró un break, cedió otro, y lo volvió a recuperar para igualarlo todo, con tres sets disponibles aún por delante. Además, empezó bien el tercero, con un juego para cada uno pero muchos problemas de Djokovic para aguantar el saque.

Mientras aguantó el físico traicionero del número 1, el espectáculo vivido sobre la tierra batida de la Philip Chatrier estuvo a la altura de lo esperado. Era el partido del año, y el nivel ofrecido por ambos no defraudó. Para verlo repetido en bucle; un clásico instantáneo que tuvo un desarrollo maravilloso, pero un desenlace amargo. Alcaraz aguantó con pundonor, y no cedió los dos sets restantes sin al menos ganar un juego, pero hasta ahí llegó.

La gran esperanza española, para evitar que Djokovic supere los 22 'Grand Slam' de Rafa Nadal, se quedó a las puertas de la final por la misma razón que mantiene al balear alejado de la competición: el físico. Mientras, 'Nole' ya se frota las manos, porque tiene ante sí una oportunidad pintiparada de seguir haciendo historia. Su rival, el ganador del duelo entre Ruud y Zverev.