La tensión entre Alonso y Alpine entra en un punto crítico: si fallan en Francia, se avecina el divorcio

Fernando Alonso, tras el abandono en el sprint del GP de Austria
Fernando Alonso, tras el abandono en el sprint del GP de Austria
EFE
Fernando Alonso, tras el abandono en el sprint del GP de Austria

El contexto, en cualquier relación del tipo que sea, influye. No es lo mismo trabajar (o realizar cualquier actividad de la vida) con buen ambiente, especialmente en el trato con el jefe, máxime cuando esa labor implica jugarse literalmente la vida como hacen los pilotos de Fórmula 1

Fernando Alonso y Otmar Szafnauer, empleados ambos por Alpine pero uno su piloto y el otro su jefe de equipo, no pasan el mejor momento de su relación. 

El primero, porque a sus 41 años menos una semana tiene claro que las promesas que hicieron no se han cumplido, de momento. El A522 no es un coche ganador, ni mucho menos, y aunque tampoco está mucho peor que en 2021 (de hecho, ha sumado 4 puntos más a estas alturas de temporada), el salto adelante no es el prometido. Es normal que ya pida que se enfoquen los recursos en el monoplaza de 2023.

Del otro lado está el jefe del equipo. En realidad, Szafnauer no es más que un encargado, una suerte de mando medio sobre el que recaen todos los 'marrones'. Como cualquier empleado normal sabe, este tipo de responsables pueden ayudar a que todo fluya o pueden convertirse en una nota disonante en una orquesta. 

El dirigente rumano-estadounidense ha emprendido una inesperada cruzada contra Alonso. Le cuesta elogiar al piloto español incluso en sus buenos fines de semana, y no duda en calificar como bueno el trabajo del equipo Alpine cuando, en realidad, este no ha estado a la altura. Demasiadas veces ha fallado el equipo con respecto a sus pilotos, y eso que a Esteban Ocon no le ha tocado la 'china' más que en algunas ocasiones contadas. 

Para comparar, a Szafnauer no se le ocurre otra idea mejor que poner a Alonso a la altura de un Takuma Sato que, pese a tener una victoria que ya quisiera el asturiano (las 500 millas de Indianápolis, que ganó no una sino dos veces, en 2017 y 2020), en su etapa en la Fórmula 1 dejó mucho que desear.

Todo ello mientras insiste en encumbrar a un Oscar Piastri que, de momento, no ha demostrado más que un buen palmarés (que no es poco) para llegar a la F1. ¿A alguien le viene a la cabeza lo que pasó con Stoffel Vandoorne, que llegó con la vitola de ser el joven más prometedor de su generación y ahora pulula ese campeonato menor que es la Fórmula E?

Lo ocurrido en los últimos Grandes Premios ha hecho del GP de Francia, que se disputa en el insufrible mar de curvas anodinas de Paul Ricard, una suerte de terapia de pareja entre Alpine y Alonso. A una semana de que el asturiano cumpla 41 'tacos', lo que parecía una renovación más que hecha se ha enquistado hasta el punto de que se emplazan para después del verano. Como si unas vacaciones separados sirvieran para que tanto el equipo como el piloto aclaren si merece la pena seguir juntos.

Antes de ese parón quedan dos citas: Francia este mismo fin de semana y Hungría el próximo, lugar de la última victoria de Alpine, obra de Ocon con la perfecta defensa de Alonso sobre Hamilton en 2021. Las miradas de muchos dirigentes de Renault, casa matriz del equipo, estarán puestas en una de las dos carreras que puede considerar la escudería como 'de casa', por lo que un fallo puede derivar en que tanto piloto como equipo tensen aún más la cuerda. 

Pocas veces se ha jugado tanto en el seno de un equipo y en la mente de un piloto en el resultado de un GP tan prescindible para cualquier aficionado.

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