Novak Djokovic ganó su cuarto Wimbledon consecutivo y se volvió a acercar a Rafa Nadal en la carrera por ver quién consigue más Grand Slam a lo largo de su carrera. El serbio tiene ya en su bolsillo 21 ‘grandes’, uno por detrás del de Manacor, pero quizás sea el único que gane esta temporada. Aunque eso es otra historia. 

Lo importante ahora es que ‘Nole’ no se bajó del trono británico, pese a que Nick Kyrgios empezó a mil por hora y trató de dinamitar el encuentro con su particular mal carácter. Todo sin efecto alguno sobre un Djokovic que mostró su mejor tenis de todo el torneo. Su celebración tras el 4-6, 6-3, 6-4, 7-6) lo dice todo.

Nick Kyrgios se llevó el primer set en el que el tenis de poder mandó por encima de todas las cosas. El australiano rompió el servicio a Nole en el quinto set del choque y consolidó el break acto seguido para ya tomar el control del primer acto. Djokovic quiso defenderse gracias a su saque, pero el serbio no fue capaz de meterse bien en los intercambios de golpes cada vez que restaba los misiles del bad boy. Sólo necesitó de 31 minutos para dar un paso adelante, que luego no pudo afianzar en el segundo set.

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El segundo acto fue, en cierto modo, el de la resurrección de Djokovic. El serbio se fue sintiendo cada vez más cómodo sobre la hierba de Wimbledon y trató de endurecer el partido, sobre todo al servicio. Sin embargo fue al resto y en el cuarto juego del set cuando Nole dio un paso adelante y firmó un break que le puso en la pista de despegue. Fue la primera vez que Djokovic rompía el servicio al australiano en sus tres enfrentamientos hasta el momento. Y llegó cuando más falta hacía, pues le sirvió para igualar el partido.

El tercer set fue la clave del partido. Djokovic, que iba de menos a más, terminó adelantándose en el marcador aprovechando el cortocircuito más que esperado de Kyrgios. El australiano recibió un warning por dirigirse al público con palabras malsonantes, pese a que se justificó diciendo que había una aficionada ebria hablándole antes de cada saque. Minutos después, una vez que el partido ya empezaba a escaparse de sus manos, Nick terminó explotando.

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El australiano perdió un juego y durante el receso comenzó a gritar a su box. Kyrgios sacaba a relucir la cara que todo el mundo conoce de él y pedía a los suyos, sin demasiadas buenas maneras, que no se quedasen callados cuando iba perdiendo y que le animasen un poco para no hundirse. Las formas y el volumen no eran los correctos, hasta el punto de que el juez de silla terminó pidiéndole calma.

El cuarto set fue un toma y daca constante en el que ambos jugadores se aferraron a sus respectivos servicios. Kyrgios se mantuvo en la final a base de primeros saques y terminó llevando el acto hasta un tie-break en el que Djokovic empezó ganando los dos primeros puntos. Una ventaja que frenó el de Camberra, que sin embargo no encontró la forma de parar en seco a un Nole que terminó imponiéndose sin la necesidad de ir al quinto set.