Tom Dumoulin, el último deportista que se retira joven por no aguantar la presión de estar en la élite

Tom Dumoulin en la penúltima etapa del Giro.
Tom Dumoulin, durante una etapa del Giro
EFE
Tom Dumoulin en la penúltima etapa del Giro.

Tom Dumoulin era, hasta el momento, un fijo en las quinielas de favoritos en las grandes vueltas ciclistas. Tras ganar el Giro en 2017, un año después de proclamarse subcampeón olímpico en ruta, el neerlandés estaba en lo más alto de su carrera. Tan arriba estaba, que el vértigo le ha hecho hundirse.

"Durante demasiado tiempo, siento una gran presión para rendir y noto que siempre quiero hacer lo mejor para el equipo, para todos los patrocinadores, los fans, etc. Pero en ese proceso me olvidé un poco de mí mismo. Olvidé lo que realmente quiero dentro de este deporte y en mi futuro. Dado que no tengo esta respuesta clara para mí, en realidad tampoco estoy haciendo lo mejor para las personas que me rodean", explica en sus redes sociales para anunciar una temprana (y, en teoría, temporal) retirada del ciclismo profesional.

A sus 30 años, la decisión de Dumoulin ha sacudido los cimientos no sólo de su propia disciplina, sino del deporte de máximo nivel en sí. Es el último al que mentalmente le ha podido la presión y le ha hecho dejarlo.

Ni mucho menos es el primero que no agota su cuerpo en la práctica deportiva porque es la mente quien le retira cuando por edad podría aguantar mucho más tiempo. Mientras campeones como Valentino Rossi, Fernando Alonso aún están en activo y otros cruzaron la frontera de los 40 (Paolo Maldini, Ryan Giggs...) o fuerzan su cuerpo para intentarlo (Pau Gasol), algunos no llegan ni siquiera a pasar los 30 o por muy poco.

Salvo casos como los de lesiones serias (Álvaro Domínguez corría el riesgo de quedar paralítico) o dolencias médicas (la cardiopatía de Rubén de la Red dejó al Real Madrid sin uno de sus jugadores más prometedores), detrás de las retiradas tempranas se encuentran problemas mentales. 

De la presión a la depresión

La depresión es una realidad cada vez más presente en la élite de cualquier disciplina, y le puede ocurrir a leyendas como Michael Phelps. Uno de los primeros grandes rivales del tiburón de Baltimore, Ian Thorpe, es un caso paradigmático: dejó la natación a los 27 años aduciendo falta de motivación, aunque luego se descubrió que arrastraba un serio problema psicológico que derivó en un proceso de adicciones.

En deportes en los que la edad suele estirarse algo más, como el motociclismo o el automovilismo, hay dos casos recientes muy claros: Casey Stoner, tricampeón del mundo, y Nico Rosberg, el único que ha podido evitar que Lewis Hamilton gane un Mundial con Mercedes en Fórmula 1. El australiano colgó el mono en 2012 con sólo 26 años, sintiéndose "un monstruo" y luchando contra los ataques de ansiedad que padecía en plenos Grandes Premios. La llegada de Marc Márquez también fue un factor determinante.

Para Rosberg, ganar el título de 2016 en la F1 supuso vaciarse mentalmente. Las luchas psicológicas con su otrora gran amigo Hamilton le metieron en una crisis personal que hizo que apenas cinco días después de alcanzar la cima de su deporte, anunciase su marcha. El golpe para la competición fue brutal y el propio Hamilton cambió su manera de tratar a sus compañeros desde entonces.

El trabajo de los psicólogos

Todos los deportistas, en activo o ya retirados, que confiesan en público sus problemas para sobrellevar la presión ponen la misma solución: ponerse en manos de profesionales.

Los psicólogos deportivos ya no son un 'rara avis' en las plantillas de los clubes o en los equipos de trabajo de tenistas, pilotos o ciclistas. Ellos son los que ayudan a sobrellevar no sólo la derrota sino también la presión de la victoria. Una presión que supone, en palabras de Dumoulin, "un gran peso sobre los hombros" que no todos son capaces de aguantar.

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