¿Crees que lo has visto todo y que ya no hay nada ni nadie que te pueda sorprender en el mundo de la música? Si de verdad lo piensas y nunca has estado en un concierto de Pink Floyd o de Roger Waters es más que probable que estés equivocado.

Seguro que has visto muchos y muy buenos montajes en directo: luces, lásers... pero una experiencia floydiana va aún más allá, pues todo lo que allí aparece tiene un porqué, un sentido y un fin que lo convierte en algo único: se trata de música en estado puro que se mezcla con los efectos de sonido en 360º y, por supuesto, también con una gran carga de impactos visuales que hacen que tu cerebro registre para siempre la experiencia en el apartado de las inolvidables.

La gira Us+Them con la que lleva rodando por todo el mundo el músico británico desde hace casi un año es el penúltimo cartucho –ojalá que no el último– de uno de los maestros por excelencia de la puesta en escena que ya tiene, dicho sea de paso, el listón muy alto tras sus últimos montajes en The Wall, The Dark Side of the Moon o en su más antiguo In the Flesh.

Pero la carta de presentación de este tour, al menos a priori, es una auténtica delicia para cualquier amante de Pink Floyd. Y es que todo gira en torno a una piedra angular que ellos mismos pulieron con esmero en los 70, en la década indiscutible del rock y en la más gloriosa también de su carrera. Lo hicieron, precisamente, con los cuatro álbumes correlativos a los que homenajeará Waters en Barcelona durante las noches de este viernes y sábado y,  más tarde, el 24 y 25 de mayo, también en Madrid.

Con el icónico The Dark Side of The Moon (1973) Pink Floyd no solo se consagró, sino que conquistó algunas marcas que aún hoy no han sido batidas, y es muy probable que nunca lo sean: 14 años y medio permaneció esta joya de la música sin salir del top 200 de la lista Billboard, concretamente 741 semanas seguidas, 917 en total.

En Wish You Were Here (1975) la banda recordaba a Syd Barret, su primer líder con final trágico, el diamante loco que paradógicamente se presentó en el estudio de grabación años después mientras sus excompañeros le rendían homenaje y que emocionó a toda la banda cuando se dieron cuenta de que el hombre de la mirada perdida que les observaba era él.

Animals (1977) se basó en la fábula de George Orwell, Animal Farm. En este disco Pink Floyd divide a la humanidad desde un prisma totalmente político en tres tipos de animales: perros, cerdos y ovejas. Roger Waters, para la ocasión, plantará en el recinto la mismísima Central Eléctrica de Battersea, que sirvió de portada para el álbum, donde también aparece el mítico cerdo volador.

The Wall (1979) pone el broche a una década plagada de éxitos que parte de una idea, a priori, absurda: construir un muro para aislarse del público. Pero esta ópera rock sobre la decadencia de un músico sigue hoy más vigente que nunca y ha servido, incluso, para representar la caída del muro de Berlín.

El show que propone Roger Waters en esta gira, con un mensaje cargado de política anti Trump, no dejará indiferente a nadie. Si vas a llevar el móvil, un consejo, libera espacio. Lo vas a necesitar.