Victoria y descanso hasta el Dauphiné Libéré. Obviando unos instantes la posibilidad de que el TAS universalice la sanción de dos años que le impide correr en Italia, partiendo de la base de que la táctica le ha jugado malas pasadas, Alejandro Valverde se marcó una exhibición en el suizo Tour de Romandía que le valió para ganar la etapa y la prueba.
El murciano, cinco victorias en 2010 pero tan competitivo que ha acabado entre los tres primeros en una veintena de ocasiones, a un segundo del liderato de Michael Rogers tras la cuarta etapa, aprovechó el último puerto, el Ovronnaz, a apenas a 20 km de la meta de Sion, para pasar al ataque junto a Denis Menchov y Simon Spilak. Le valían las bonificaciones, pero perseveró para cazar a Igor Antón, hasta entonces en solitario, y concretar su particular doblete.
"He aprendido que hay ser duro y aguantar, sean cuales que sean las condiciones meteorológicas", indicaba Valverde sobre la copiosa lluvia que les acompañó. Una metáfora del día a día con el que convive.
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