Hasta 1851, si los madrileños querían ducharse o beber, tenían que salir a la calle para recoger el agua de las fuentes en cántaros o esperar a que el aguador pasara por su casa. El consumo estaba restringido a 7 litros por persona y día (lo que ahora gastamos al tirar de la cisterna). Los madrileños sólo bebían agua del río Manzanares, que por aquel entonces ya era un simple hilillo.
Con el aumento de población ya no había agua para todos y a la reina Isabel II se le presentó un dilema: o trasladaba la capital a Toledo o acometía una obra para traer agua a Madrid desde el río Lozoya, a 70 kilómetros. Eligió la segunda opción y así nació el canal que lleva su nombre.
Un siglo y medio después, los madrileños consumen 130 litros de agua al día y no tienen que hacer ningún esfuerzo para conseguirla. Les basta con abrir el grifo, un gesto simple que, sin embargo, viene precedido por un largo y complejo camino de 48 horas.
Embalses al límite
Todo el agua que se bebe en Madrid procede de 14 embalses situados en la sierra norte y el suroeste. El Pontón de la Oliva (ahora abandonada) fue la primera presa que se construyó, en 1858. Pero la mayoría de los pantanos se hicieron durante el franquismo.
El mayor de todos, el de El Atazar, tiene el 46% de todo el agua embalsada en la región. Ahora mismo están al 84%. "Este año no habrá sequía, aunque no por ello hay que derrochar", piden desde el Canal.
Todo lo que ocurre en las presas se supervisa desde el Centro Principal de Control (CPC), en las oficinas centralesl Canal de Isabel II en Chamberí.
Allí tienen cámaras con imágenes en tiempo real de todas las instalaciones, pueden mover por control remoto válvulas situadas a 100 km e, incluso, serían los responsables de hacer sonar las sirenas en los pueblos cercanos a las presas en caso de ruptura.
Los controladores están atentos a los más de 5.000 pilotos luminosos que avisan si algo no funciona. "Nuestra peor pesadilla es que haya una tormenta y se vaya la luz", explica el subdirector de telecontrol, Javier Fernández. Sin embargo, el Canal tiene sus propios generadores por si tal cosa sucediera.
Luz, gas y abono
Desde allí también vigilan la calidad del agua y los procesos de tratamiento y depuración. Cada segundo salen de las plantas depuradoras 28 toneladas de líquido listo para beber.
"El agua de Madrid es de excelente calidad, tenemos la suerte de que no es necesario tratarla mucho", cuenta Fernández. Pero no sólo se aprovecha el agua: el movimiento produce electricidad, de las bacterias sale gas y el fango sobrante sirve de abono. "No se tira nada", dicen.
Una vez limpia, el agua recorre la región para llegar a las casas a través de 12.500 km de tuberías. Si se pusieran todas juntas, darían la vuelta a la Tierra. Nada que ver con aquella primera conducción que acercó el Lozoya a Madrid.
El Canal, en datos
- Empleados: 2.300.
- Año de inicio: 1851 (empresa pública en 1984; este año será privada al 49%).
- Capacidad: 945,9 hm3 en 14 embalses (se llenarían 700 estadios como el Bernabéu).
- Consumo: 1.371.014.054 litros al día entre todos los madrileños .
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios