Una verdadera fiesta, con pasodobles, gaiteros y cohetes. Y todo por gentileza del difunto que había dejado pagado el funeral, y diseñado su testamento ante notario.
En su despedida quería estar acompañado por una banda de música y un grupo de gaitas "vestido con atuendo típico", que debían interpretar el Himno Gallego a la llegada del féretro. También concretaba el lanzamiento de cohetes "de primera calidad", y exigió, además, transporte público y pagó 600 euros a repartir entre los cuatro sobrinos carnales que transportaron el ataúd.
Octogenario
Hubo chascarrillos entre los asistentes. Sin embargo, los actos no le hicieron tanta gracia a José Antonio Vilariño, el sobrino nieto albacea del finado y quien tuvo que realizar "multitud" de gestiones para "cumplir" con su tío abuelo.
Este lugareño, de 89 años, murió el segundo día de este 2009 en la residencia de la tercera edad de Chantada, en la que llevaba 17 años.
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