Al terminar la entrevista enseña a 20minutos.es las fotos en las que se aprecian las secuelas físicas que le dejaron las palizas que recibió a manos de varios encapuchados cuando denunció el caso ante el Departamento de Asuntos Internos de la Policía Nacional. El hombre que ha grabado y denunciado las presuntas prácticas ilegales de V. R. R., jefe del grupo segundo de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) de Cádiz, comenzó como confidente de la Policía en el año 2005, tras ser detenido con cinco gramos de hachís. Hoy es el testigo protegido número 1 en el procedimiento que se sigue contra este inspector de la Udyco.

¿Cuál fue el primer encargo que recibió de V. R. R?

Al primero que entregué fue al Niño de los Diarios. Un día vino ofreciéndome un kilo de hachís y diciéndome que me lo dejaba a buen precio. Le dije que no, pero insistió en dejármelo aún más barato. Cogí el teléfono y se lo dije a V. R. R. "¿Dónde estás?", me preguntó. Y le contesté: "En la plaza Jesús de Nazareno". Entonces me dijo que se lo comprara y le contesté que no tenía dinero para tanto, sólo para dos placas, 730 euros. Pero insistió en que se lo comprara. Yo ya me imaginaba que el Niño de los Diarios sabía lo que iba a pasar. Cuando llegó con la moto, en vez de disimular, me mostró las dos placas envueltas en papel plateado por encima de la cabeza, como haciendo una señal a alguien. Yo me lo metí en el pantalón y le dije que me llevara a la calle San José. Él se quedaba muchas veces parado en el camino y miraba mucho para atrás.

Entonces vi a varios encapuchados. Le dije que acelerara que era la Policía. Pero el siguió despacio hasta que escuchó el alto. Paró. Uno de los policías me dio un cachetazo y me tiró de la moto, cayendo las dos placas de hachís al suelo. Nos llevaron a Comisaría. Primero llamaron al Niño de los Diarios, que habló mucho tiempo. Al rato me mandaron subir a mí y me dijeron que me iba a comer 400 gramos de hachís. "¿Pero cómo va a ser eso?", le dije. Al final, a mí me devolvieron el dinero. La droga dijeron en el juzgado que se la habían encontrado en la calle, porque al Niño de los Diarios también le soltaron.

¿Puede relatar algún caso de presunta detención ilegal?

Está el caso de dos hermanos mulatos. David y El Toti. El segundo pegó un tirón de una cadena. Pero V. R. R. detuvo a David, que traía frito al Niño de los Diarios. Le dije a V. R. R. que ése no había sido sino el hermano, que se parece mucho. Él contestó que los dos eran iguales. David llegó a ir a la cárcel por este incidente.

Ha denunciado que recibía amenazas del inspector, ¿podría concretar?

Me decía que me iba a meter preso por alguna cantidad de hachís. Me amenazaba porque tenía un año y medio pendiente de cárcel. Llevaba encima una piedrecita de cinco gramos y él se sacó de un mueble de su despacho una placa de cien gramos, y me dijo: "Esto te lo puedes comer tú? ¿A quién le van a hacer caso, a ti o a mí?

¿En algún momento le obligó a delinquir para conseguir sus objetivos?

Está el caso de Charo la Churrera. Me propuso que le vendiera una pieza, de cincuenta gramos, que él mismo me proporcionó. Yo le contesté que le hiciera el encargo al Niño de los Diarios, pero me dijo que éste estaba detrás de otro asunto que le interesaba mucho. Insistió en que lo tenía que hacer yo. Yo le dije que lo que pretendía era pillar a gente gorda que echa a perder a la juventud y no a gente enferma que vende para quitarse el mono. Y él contestó: "O ella o tú, que mañana mismo estás en la cárcel". Así que tuve que hacerlo. Llamé a Charo la Churrera y le dije que le dejaba los 50 gramos de hachís más barato de lo habitual, a 150 euros. Ella accedió. Y cuando bajó con la moto, la cogieron en el Campo del Sur.

También ha denunciado algún caso de falseamiento de pruebas.

Está el caso del bar llamado de Los Cristales. Me dijeron que pensaban ir allí por segunda vez, pero por si acaso no se encontraba nada, me ordenaron que dejase material, que era mío, en el váter del bar. Me dijeron que colocara 40 o 50 gramos. Pero yo sólo puse 20. Entonces entraron y cogieron a Paco el Gordo, que tenía algunos trozos de hachís y algo de dinero. Entraron en el váter y los muy imbéciles no encontraban el hachís. Me pegaron una hostia para disimular y me metieron en el cuarto de baño para que les dijera dónde estaba el chocolate. Al final, lo encontraron y se lo endiñaron a Paco el Gordo, aunque el caso terminó archivándose. Al bar le pusieron otra multa.

¿Cómo se decidió a denunciar?

Primero fui a tres abogados pero ninguno quiso llevar el caso, decían que era muy difícil meterse con esta gente, y que me olvidara. Entonces, me decidí a coger más pruebas. Poco después llegó un miembro del Sindicato Unificado de Policía (SUP) y empezó a preguntar en el portal de mi casa por mí. Dije que yo no era yo, creyendo que venía mandado por V.R.R. Pero insistió en que era por mi bien y me llevó al abogado del sindicato, aunque todavía no le había dicho que tenía cintas grabadas. El abogado me decía que con lo que contaba no hacía nada. Entonces les hablé de las cintas de casete. "¿No me digas que lo tienes grabado?", me dijeron los del SUP. "Así sí se puede hacer algo", siguieron. Y les fui dando las cintas.

¿Le consta si algún otro agente de su brigada estaba al tanto de las presuntas prácticas de V. R.R.?

...Bueno, yo le llamaba por teléfono para decirle cada vez que iba a Barbate a pillar. Lo llamaba al teléfono de Comisaría. Y él me decía: "No me llames por este teléfono porque si lo pinchan me busco una ruina".

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