La mayoría de la prensa constata el fin de la unidad tras la manifestación de Barcelona

Rajoy, el rey y Puigdemont, en la manifestación de este 26 de agosto en Barcelona.
Rajoy, el rey y Puigdemont, en la manifestación de este 26 de agosto en Barcelona.
AFP
Rajoy, el rey y Puigdemont, en la manifestación de este 26 de agosto en Barcelona.

Se acabó la unidad que tanto se pregonaba tras los atentados de Cataluña y con la que los actores políticos catalanes llamaron a la ciudadanía a participar en la gran manifestación contra el terrorismo de este sábado. Una cita que sirvió a los independentistas para insuflar oxígeno a sus intereses. Buena cuenta de ello ha dado la mayoría de la prensa española este domingo, cuyos editoriales coinciden en que la cita de este sábado sirvió para poner fin a una imagen de unidad tan efímera como frágil.

'Convivencia y tensión en Barcelona' es el editorial publicado en La Vanguardia. En él se destaca que la de este sábado fue una manifestación plural, como la sociedad catalana, con el mensaje de rechazo del terrorismo como objetivo común, pero que cada ciudadano o colectivo expresó a su manera, incluso de forma muy crítica respecto a algunas de las autoridades presentes en el acto (...) La tensión política que preside la vida política española y, en particular, la catalana, empañó el intento de responder de forma unitaria y unánime a la sinrazón del terrorismo".

Continúa con la idea de que "muchos catalanes piensan con razón que ayer no era el día de recibir al rey Felipe con silbidos", lo que califica de "grave error de quienes lo azuzaron" ya que se perdió "inteligencia política" en el movimiento. Subraya que la presencia del rey Felipe VI "ha sido un acierto", ya que "podría haberse decantado por mantener la tradición de no asistir y, pese a la tensión ambiental existente, prefirió estar presente".

También critica abiertamente a la ACN, ya que con "la manifestación dentro de la manifestación convocada buscó un protagonismo innecesario, con las camisetas azules y las pancartas preparadas, en lugar de poner simplemente su reconocida capacidad de movilización al servicio de una causa que está más allá de la coyuntura política".

'Ni miedo ni respeto a las víctimas' es el editorial que leemos en El Mundo. En él se habla de "situaciones vergonzosas" que se vieron en la manifestación de este sábado.

"Organizaciones independentistas la convirtieron en un aquelarre propagandístico, en una especie de ensayo de la Diada. Perfectamente orquestados, politizaron de un modo abominable un acto por la paz, ahogando el grito 'no tenemos miedo' de muchos catalanes de buena voluntad con sus sonoros pitidos contra el Rey y el Gobierno de España", prosigue, y añade que "con los atentados tan recientes aún, estos colectivos soberanistas y antisistema (espoleados por la CUP, que sostiene al Govern), demostraran tan nulo dolor por los muertos, nos sitúa ante una grave enfermedad enquistada en el seno de la sociedad catalana".

Concluye con el "mal sabor de boca" que ha quedado tras la marcha. "Los agitadores independentistas ayer fueron demasiado lejos en su actitud injuriosa, con la lamentable cobertura de dirigentes políticos del nacionalismo".

Barcelona somos todos titula El País, arrancando con la idea de que el "el fanatismo independentista rompió la unidad imprescindible". Alaba la actitud de la mayoría de presentes, que "habían entendido" de qué se trataba la cita, pero recuerda que "paralelamente, un colectivo menor, aunque muy significativo y muy bien organizado, seguramente con respaldo institucional, ha querido capitalizar esta protesta pacífica para sacar un rendimiento político espurio".

"No solo es lamentable que en unas circunstancias tan marcadas por la conmoción, hayan intentado convertir la marcha en un acto independentista, sino una prueba más y decisiva de hasta qué punto la causa del separatismo ha degenerado en la intolerancia y el fanatismo más demencial. Los silbidos contra el Rey y contra Mariano Rajoy, que compartían la segunda cabecera junto a ciudadanos musulmanes, son un hito más en la construcción de un relato falso de victimismo. Ondear esteladas, estratégicamente situadas detrás del jefe del Estado y el presidente del Gobierno, fue un intento bien calculado y perfectamente orquestado de desvirtuar el objetivo de una convocatoria ajena a los vaivenes políticos".

Acaba con un aviso sobre los que este sábado orquestaron los actos proindependencia. "Quienes han intentado empañar la manifestación no dejan de ser un grupo de radicales, desgraciadamente no tan pequeño como una clase política demasiado complaciente quiere darnos a entender".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento