Fernández Sastrón, presidente de SGAE: "Todo el que haya estafado tiene que estar fuera"

Sede de la SGAE
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EUROPA PRESS
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Todo el que haya estafado a la SGAE o a sus socios "tiene que estar fuera" de esa entidad, ha asegurado hoy en una entrevista su presidente, José Miguel Fernández Sastrón, al que la trama de "la rueda" que investigan los jueces le parece "muy grave".

Por este motivo, según ha adelantado, la SGAE ya se ha personado como acusación particular en la causa que investiga esas "prácticas tendentes a cosas muy graves": "Tenemos que estar en primera fila para defender a nuestros socios y a la propia entidad".

La trama investigada, explica, se refiere a "un grupo de gente, que incluye a autores y editores" que podría haber "camuflado los ingresos", entre otras "graves" prácticas. Todavía, subraya, no tienen el sumario "pero lo que apunta el auto -del juez- es a cuestiones que afectan gravemente al derecho de autor".

"Como presidente de la SGAE no puedo pronunciarme nunca contra unos socios hasta que un juez no me diga, pero en el momento en el que hubiera sentencias de culpabilidad la SGAE tendría que actuar. Alguien que pudiera haber estafado a la SGAE y a sus socios tiene que estar fuera de esta casa" ha afirmado.

Fraude en la sombra

Las principales "víctimas" de este entramado que, según el auto del juez de la Audiencia Nacional, creaba "música de baja calidad" y registraba "falsos arreglos" sobre obras musicales de dominio público para después ponerlas a nombre de testaferros y empresas editoriales, son "los socios, autores y editores", ha asegurado.

Le preocupa lo que ha detectado la instrucción de Moreno, aunque son cuestiones fechadas entre 2006 y 2011 a las que, asegura, habían puesto remedio, pero le inquieta aún más "lo que ocurre hoy": "el juez me anuncia que fuera de los muros de esta casa se están produciendo cuestiones que son muy graves y que afectan mucho a los autores".

El "problema", detalla Fernández Sastrón, radica en "una distorsión" en el reparto de los derechos autor, algo que, dice, no es "legal o ilegal", sino que produce "una concentración de música por la noche que al final se llevaba mucho dinero", más de lo que le correspondería por audiencia.

El fraude, básicamente, se orquestaba en torno a la utilización de piezas libres de derechos a los que se le cambiaba "un par de acordes", composiciones para ser "música inaudible" o de fondo y la que tocaban músicos en directo en programas "de brujas".

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