Quienes trabajaron con los estadounidenses Charles (1907-1878) y Ray (1912-1988) Eames definieron el estudio como "un taller renacentista", "el cielo de un diseñador". El matrimonio se distinguía por formar un equipo perfecto: él participaba más en la creación de formas y en los aspectos técnicos y ella tenía un fuerte sentido de la estética y del color. La profunda conexión emocional se transmite a lo laboral. Es imposible entender el diseño de uno sin la intervención del otro.

No siempre era fácil comunicarse con la pareja, un diseñador recién llegado podía sufrir mucho: ambos pensaban en imágenes y tenían dificultades para hacer entender a los demás qué tenían en la cabeza. Apenas necesitaban hablar entre ellos para trabajar y, como metidos en un eterno juego, el entusiasmo por el diseño los mantenía vivos y dinámicos. Los Eames alimentaron un lenguaje no verbal del que surgieron algunos de los muebles clásicos del diseño de mediados del siglo XX, tan habituales que uno termina por olvidar que alguien tuvo que inventarlos.

El sillón de contrachapado y cuero con una otomana a juego, las sillas de plástico y fibra de vidrio famosas por ser tan cómodas como baratas, el perchero Hang-It-All (traducible por Cuelga-todo) diseñado en 1953 como accesorio infantil... The World of Charles and Ray Eames (El mundo de Charles y Ray Eames) —en el Barbican Centre de Londres hasta el 14 de febrero— es una oportunidad para repasar las piezas de mayor éxito del dúo y también el legado de su estudio, el Eames Office, donde ellos y sus colaboradores no solo crearon muebles, objetos para el hogar o diseño gráfico, sino también pinturas, esculturas, películas, instalaciones multimedia e incluso nuevos modelos de educación. La empresa, que sigue funcionando y está en manos de los herederos de los Eames, colabora en la organización de la muestra.

Se asociaron con algunas de las figuras artísticas más destacadas de su época y en su círculo inmediato de amistades estaban Eero Saarinen, Buckminster Fuller, George Nelson, Isamu Noguchi o el director de cine Billy Wilder. Estructurado por temas, el recorrido resalta las muchas facetas de los Eames y desgrana el contexto político, cultural y social que hizo posible su obra. Una de las piezas menos conocidas que se incluyen es un audiovisual (recientemente restaurado por la Biblioteca del Congreso) diseñado para varias pantallas y destinado al pabellón de IBM en la Feria Mundial de Nueva York de 1964.

Los 380 trabajos exhibidos ilustran cómo el estilo modernista surgido tras la II Guerra Mundial transformó los hogares de la clase media. La resina plástica, la fibra de vídrio y el contrachapado moldeado imprimieron un carácter único en aquellos muebles de curvas armónicas. Los estampados de las telas, los adornos de metal y los juguetes infantiles tenían en común la misma sencillez cautivadora.

El primer ejemplo de las ideas pioneras de los Eames fue su propio hogar, en Los Ángeles: a finales de los años cuarenta, el matrimonio recién casado participó en un experimento de arquitectura residencial ideado y financiado por la revista estadounidense Arts & Architecture.

Se trataba de diseñar viviendas económicas a la vez que atractivas, la Eames House (Casa Eames) se montó en 1949 en cuestión de días y utilizando sólo paneles prefabricados de acero. De la casa, ahora hito de la arquitectura moderna y declarada monumento histórico, la muestra proporciona abundante material fotográfico y documental y un modelo a escala 1:50.