La I Guerra Mundial contada desde las tragedias anónimas

  • En el centenario de la Gran Guerra, una exposición ofrece el punto de vista de los participantes y observadores.
  • El Harry Ransom Center de Austin (Texas, EE UU) reúne de su extenso archivo diarios, obras de artistas en el frente, cartas, fotos, carteles de propaganda...
  • Destacan la censura, no sólo de los gobiernos o los medios, sino de las familias tras perder a un ser querido, por la dificultad de asimilar la magnitud del conflicto.
Foto de soldados en las trincheras hecha para el periódico estadounidense 'New York Journal' de autor
Foto de soldados en las trincheras hecha para el periódico estadounidense 'New York Journal' de autor
Unknown photographer - Image courtesy of Harry Ransom Center
Foto de soldados en las trincheras hecha para el periódico estadounidense 'New York Journal' de autor

En trincheras invernales, intimidado y triste/con bombas y piojos y ron ausente/ se metió una bala en la sien./Nadie volvió a hablar de él./ Vosotros, masas ceñudas de ojos incendiados/que vitoreáis cuando desfilan los soldados,/id a casa y rezad para no saber jamás/ el infierno al que la juventud y la risa van. Escritor, poeta y también soldado, el inglés Siegfried Sassoon (1886-1967) relataba así en Suicide in the Trenches (Suicidio en las trincheras) una de sus experiencias cercanas en sus años de combate.

Compuso varios poemas antibelicistas durante y tras la I Guerra Mundial. Recién alistado, sus versos pasaron de tener un tono romántico a hablar del horror de las trincheras, de suicidios de soldados, de cadáveres putrefactos y traición. Los manuscritos, algunos ilustrados por dibujos rápidos y puntiagudos, son sólo algunos de una gran colección de documentos que desvelan lo que significó la Gran Guerra para los seres humanos anónimos que la sufrieron de lleno.

El prestigioso archivo y centro de investigación Harry Ransom Center —en Austin (Texas, EE UU)— se une a la conmemoración del centenario de la I Guerra Mundial con The World at War, 1914–1918 (El mundo en guerra, 1914-1918). La exposición, en cartel hasta el 3 de agosto, es una selección de los extensos fondos del centro y ofrece el punto de vista de los participantes y observadores a lo largo de sentidos diarios, bocetos, obras de arte creadas por los artistas en el frente, emotivas cartas, recuerdos, fotos, documentación, carteles de propaganda...

La destrucción del "animal loco" alemán

Las pequeñas historias recrean de una manera cercana y comprensible —sin mención a estrategias militares ni políticas— el horror de la guerra en cada familia, el trauma de quienes combatieron y la angustia de quienes los esperaban en casa. La muestra reúne desde la ilustración dulcificada de una radiante enfermera de guerra en la portada de la revista Vanity Fair acompañada de un elegante galgo a la sórdida fotografía de un soldado alemán con un perro ataviados con máscaras de gas.

A través del idioma gráfico de la cartelería propagandística traslucen los diferentes objetivos de los países implicados: un póster estadounidense llama a la destrucción del "animal loco" alemán, una litografía inglesa anima a "alimentar a las armas" comprando bonos de guerra, un cartel francés representa con una gallina empollando una montaña de huevos el ideal de consumo durante la contienda: "Soy una excelente gallina de guerra. Como poco y produzco mucho".

En las cartas y diarios hay desoladoras descripciones de soldados y también reflexiones y deseos de mujeres y niños —ansiosos de recibir noticias— testigos de los cambios que el conflicto causaba en la sociedad. Las fotos de batallas, evacuaciones y atención médica a los heridos (muchas de ellas censuradas en aquellos años) arrojan luz sobre la realidad de soldados, médicos, enfermeras y conductores de ambulancia cercanos al combate.

Una sensación de irrealidad

Jean M. Cannon, investigador asociado del Harry Ransom Center y uno de los comisarios de la exposición, hace énfasis precisamente en "las muchas formas" de censura de la época. "Censura militar de cartas hacia y desde el frente, censura gubernamental de noticias y fotos hechas durante las batallas e incluso la censura familiar de las cartas de los soldados caídos en los años posteriores a la muerte de hijos y hermanos".

La sensación de irrealidad que causó una experiencia tan sangrienta en la población fue, según Cannon, uno de los motivos de ese tabú en la intimidad del hogar afectado por la tragedia: "Es como si los supervivientes no hubieran tenido una compresión firme de lo que fue la guerra hasta una década después de su fin, cuando mucha información fue publicada sobre todo porque una segunda guerra global se estaba gestando". Conmemorar el momento histórico es parte de ese proceso de recuperación de historias personales acalladas por no querer hacer referencia a la atrocidad y después enmudecidas por la todavía más espectacular II Guerra Mundial.

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