Las consecuencias de la burbuja inmobiliaria complican la extinción de incendios en España

El fuego de un incendio forestal sobrepasa el cierre de una vivienda en la población de Sabadelle (Ourense)
El fuego de un incendio forestal sobrepasa el cierre de una vivienda en la población de Sabadelle (Ourense)
Brais Lorenzo / EFE
El fuego de un incendio forestal sobrepasa el cierre de una vivienda en la población de Sabadelle (Ourense)

La proliferación de edificaciones ilegales durante la burbuja inmobiliaria en el entorno de espacios naturales ha creado una dificultad adicional en la extinción de incendios: los medios se centran en proteger las viviendas y vidas humanas, y ello resta medios para atajar los frentes más peligrosos en el avance del fuego.

Se trata de un fenómeno relativamente novedoso, ya que antes "no era un problema tan severo", afirma en una entrevista el capitán ingeniero de montes, Salvador Ortega, del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil.

En la etapa anterior a la crisis se multiplicaron los proyectos urbanísticos —urbanizaciones y casas aisladas— en lugares "muy imbricados en el monte o terreno forestal", sin autorización o bien con licencias ad hoc.

Consecuencia de ello, resulta más complejo apagar los incendios forestales. "Si los medios de extinción hay que centrarlos en evitar que se quemen urbanizaciones, eso va en detrimento de luchar contra las llamas de una perspectiva más técnica".

Así, los equipos se desplazan a zonas que posiblemente no sean las más peligrosas desde el punto de vista de progresión de las llamas y esto "a veces" perjudica su extinción.

Una balance de incendios "positivo"

A fecha 1 de septiembre, la Guardia Civil actúo en casi 1.800 incendios, cuyas causas aclaró en torno al 50% de los casos.

Destacan las relacionadas con las quemas agrícolas y de pastos, los trabajos con máquinas y motores, las líneas eléctricas y quema de basuras. En el otro extremo figuran los cohetes, los fumadores, la venganza y el odio, y la obtención de salarios en labores de extinción.

Suben ligeramente, con respecto a ejercicios anteriores, los siniestros debidos a los pirómanos, que se elevan a 28, un número que ha conducido a, al menos, once detenidos.

De acuerdo con el capitán Ortega, el balance de incendios está siendo muy positivo en 2013, no solo en cuanto al menor número de sucesos sino también por las consecuencias habidas.

"El tipo de masas afectadas son, en principio de menor calidad que las afectadas en años anteriores; las masas arboladas han estado menos afectadas. En resumen, los incendios son menos y, en general, menos graves".

Aunque, advierte, nunca hay que ser excesivamente optimistas y bajar la guardia, dado que, por ejemplo, la campaña de 2008 fue muy virulenta a partir del mes de octubre en la comunidad autónoma de Galicia.

Ortega tampoco considera "extraño" que en estas fechas se registren numerosos incendios en la citada región, algo que califica de bastante habitual.

Pirómanos rudimentarios

Sobre los aceleradores que se utilizan para prender, el capitán de la Guardia Civil explica que son rudimentarios: "Nadie utiliza artefactos sofisticados, porque son innecesarios", basta un mechero o unas cerillas.

Aunque todos los años se detecta alguno nuevo, uno curioso fue el de una perdiz viva a la que se le ató un cordel con varios bloques de cerillas atados. Tras encender el primer bloque, se soltó a la perdiz y este animal, como vuela en tramos cortos y se vuelve a posar, fue provocando distintos focos.

Sobre si la titularidad pública o privada de los montes —la mayoría privados en España— tiene relación con la existencia y extinción de los incendios, Ortega subraya que más importante es el tamaño de los mismos.

Cuando son de menores proporciones "es poco rentable hacer una gestión forestal adecuada y el propietario no tiene capacidad económica. En cambio, los grandes propietarios, públicos o privados, les resulta menos gravoso mantener los montes en unas condiciones seguras".

Por último, ha recordado el modelo de gestión aplicado en la provincia de Soria, en la comarca de Tierra de Pinares, ligada históricamente al aprovechamiento forestal y transformación de la madera.

"Es un modelo único y peculiar, en donde no se quema o muy poco, entre otras razones porque hay un interés social muy grande para que eso no ocurra".

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