El 'thatcherismo', la revolución conservadora que nunca se fue

  • Sus políticas económicas, adelgazamiento del Estado y privatizaciones siguen hoy en boga en muchas instituciones internacionales y gobiernos.
  • Los críticos creen que el 'thatcherismo' es el discurso dominante que subyace a los recortes y el sacrificio de lo público en favor del dictado del mercado.
  • Por el contrario, sus herederos políticos recurren a sus ideas sobre la libertad y sus críticas al socialismo y los sindicatos para afianzar sus argumentos.
  • Fallece la ex primera ministra británica Margaret Thatcher.
Fotografía del 8 de junio de 2010 del primer ministro británico, David Cameron con Margaret Thatcher en la calle central 10 Downing de Londres (Reino Unido).
Fotografía del 8 de junio de 2010 del primer ministro británico, David Cameron con Margaret Thatcher en la calle central 10 Downing de Londres (Reino Unido).
EFE
Fotografía del 8 de junio de 2010 del primer ministro británico, David Cameron con Margaret Thatcher en la calle central 10 Downing de Londres (Reino Unido).

El thatcherismo es un adjetivo calificativo y su sombra es alargada. Trasciende al personaje del que derivó, la fallecida primera ministra británica Margaret Thatcher, y sirve lo mismo para etiquetar un pasado –la década de los ochenta del siglo XX– como para poner un poco de luz a nuestro presente.

El legado del thatcherismo para sus herederos ideológicos, la derecha neoliberal autodenominada libertaria, es un canto a la libertad individual y la eficiencia económica. Para sus enemigos políticos, por el contrario, representa la tumba de la socialdemocracia, de la igualdad social y el ejemplo más perverso y acabado de lo que sucede cuando se sitúan los intereses privados por encima del bien común.  

Margaret Thatcher y Ronald Reagan, presidente de EE UU entre 1981 y 1989, fueron los adalides de lo que ha venido a denominarse revolución conservadora: revolución porque rompió con el paradigma keynesiano (impuestos altos, políticas contracíclicas, extensión del Estado de bienestar), que prevalecía desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y conservadora porque alentó valores sociales como la familia tradicional, el patriotismo o la moral victoriana.

¿Sigue vivo el 'thatcherismo'?

Han pasado más de tres décadas desde aquel binomio político que enarboló con orgullo la bandera del capitalismo de libre mercado. Reagan murió en 2004. La URSS y la economía planificada dejaron de existir mucho antes.

El mundo ha cambiado de forma tan vertiginosa y profunda como para que Thatcher, el propio Reagan o Gorbachovquien todavía vive– fueran ya poco más que carne de manual de Historia Contemporánea.

En cambio, el thatcherismo, como demuestran las reacciones tras el fallecimiento de la Dama de Hierro, sigue despertando adhesiones furibundas y odios congénitos. Y, por encima de todo esto y en mitad de una crisis económica de la que no se ve el final, sobrevuela la duda: ¿está el thatcherismo de vuelta? ¿Acaso se fue alguna vez?

Más individuo, menos Estado

El 2 de mayo de 1979, dos días antes de subir al poder, Thatcher dijo: "Quiero una nación de individuos independientes, y no su alternativa, que es una nación de gente cada vez más dependiente del Estado".  Y a esa tarea se dedicó, con encomio y no poca oposición, durante los diez años que habitó el 10 de Downing Street. Años en los que, como escribió el historiador Tony Judt, "la fascinación por las ambiciones colectivas dejó paso a la obsesión por las necesidades personales".

Para Jorge Fonseca, profesor de Economía Internacional de la Universidad Complutense, es precisamente esta idea, el culto al individuo y al mercado en detrimento del Estado, la que subyace en las políticas de recortes que las instituciones europeas –BCE, CE, FMI– y la mayoría de los países –la Alemania de Merkel, la España de Rajoy, la Italia de Monti– vienen aplicando para hacer frente a la crisis económica.

"Vivimos", asegura Fonseca, que también es miembro del Comité Científico de ATTAC, "la reactualización de las políticas de Thatcher, que al fin de al cabo fue la pionera del neoliberalismo". Para Fonseca, la obsesión con el déficit, los recortes de gasto público y las políticas netamente monetaristas que prevalecen hoy son la plasmación de que el "discurso dominante" en economía, al menos en el Viejo Continente, sigue siendo el thatcherismo.

Rafael Pampillón, profesor de Economía Aplicada de la Universidad CEU San Pablo coincide en este análisis, aunque con matices. Pampillón cree que "el legado de Thatcher lo ha recogido hoy la derecha merkeliana" sí, pero, al contrario que Fonseca, considera que la senda correcta es esta, "y no la vuelta a políticas de corte más sociademócrata".

Eclipse de las ideologías y culto a lo privado

Más allá de la economía, el thatcherismo –cuya divisa, una de ellas, fue "la sociedad no existe"– supuso la "trasformación radical de la cultura", según Judt, cuyo libro póstumo Algo va mal, incide precisamente en cómo la disminución de la conciencia política, el pensar sólo en términos económicos y de beneficio, nos ha llevado a la crisis 'de civilización' actual.

En prácticamente toda Europa, y también en EE UU, el culto a lo privado, la denostación de las actitudes demasiado políticas, el escepticismo frente a las ideologías, fueron las posturas correctas durante las últimas décadas del siglo XX. Y, aunque no todo, gran parte de este imaginario político está asentado en la visión particular que Thatcher y los suyos tenían de la vida en sociedad.

Como lo resume con precisión el propio Judt, en una imagen que bien podría aplicarse a nuestros días, "en un mundo más amenazador, materializar los propios intereses cobró más importancia que luchar por causas comunes".

'Contaminación' hacia la izquierda

El thatcherismo no sólo sirvió de evangelio a los partidos políticos de la derecha europea y estadounidense. También, aunque en menor medida, logró marcar la agenda de la izquierda durante al menos varias décadas. La desconfianza en el Estado llegó a ser, en algunos momentos, casi una obligación para casi cualquier partido que tuviera aspiraciones de gobernar.

Privatizaciones de sectores clave, desregulación financiera... características propias de los gobiernos de Thatcher que, poco a poco, fueron siendo incorporadas en los programas electorales de la izquierda, primero británica –el nuevo laborismo del que fuera primer ministro Tony Blair, la denominada Tercera Vía– y luego al resto de países, entre ellos España.

La crisis de la izquierda, causa y consecuencia a la vez de la crisis económica actual, tiene en parte su origen, según la gran mayoría de los politólogos, en esa 'traición' a las ideas del socialismo clásico y la socialdemocracia de posguerra que los sucesivos gobiernos de izquierda de los 80, 90 y del cambio de siglo pusieron en práctica.

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