Las 'ausencias' del mensaje de Navidad del rey

El rey Juan Carlos durante la XXII Cumbre Iberoamericana, apoyado en unas muletas.
El rey Juan Carlos durante la XXII Cumbre Iberoamericana, apoyado en unas muletas.
EFE
El rey Juan Carlos durante la XXII Cumbre Iberoamericana, apoyado en unas muletas.

El mensaje de Navidad del rey emitido esta Nochebuena ha sido uno de los más cortos de los últimos años. Y también uno de los más sobrios.

Si desde 2008 el monarca felicitaba las fiestas a los españoles nada más comenzar a hablar —"Mucho me alegra", ese mismo añoy, hasta 2010, usando incluso en varias ocasiones la expresión "de corazón", este 2012 ha optado por ir directamente al grano, a la "reflexión".

De hecho, no es hasta el final del discurso cuando desea una "Feliz Navidad para todos". Y lo hace en su nombre, sin citar en ningún momento a su familia. En todo el texto solo hay una referencia a "la Corona" y alguna a su persona, pero ni siquiera ha mencionado el rey al heredero, al Príncipe de Asturias, al que sí hizo un guiño en 2011. A la reina no la nombra desde 2009.

Pese a que después pidió que no se "personalizara", tal y como hizo la prensa con su yerno Iñaki Urdangarin, el rey dijo en el mensaje de 2011 que cualquier actuación censurable de personas con responsabilidades públicas debía ser "juzgada y sancionada con arreglo a la ley", porque "la justicia es igual para todos". Esa justicia, tantas veces mentada el año pasado, no ha encontrado sitio este lunes; sí la "ética personal y social" referida a la clase política.

Tampoco ha habido esta vez referencias a la banda terrorista ETA ni a las víctimas del terrorismo, dos elementos que no han faltado, por motivos evidentes, en los mensajes de los últimos años. Hace más de un año, el 20 de octubre de 2011, ETA anunció el cese de su actividad armada, y el monarca pidió en Nochebuena que entregaran "sus armas asesinas" y desaparecieran "para siempre".

Este año no hay mención. Y tampoco a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, para los que el rey siempre solía tener palabras, tanto por su labor contra el terrorismo y otras actividades dentro del país como por sus tareas en pro de la paz en países en conflicto.

Hay otra expresión que era recurrente en los mensajes de Nochebuena, la que hablaba del "orgullo" de pertenecer a un país como España. Esta vez no hay referencia a esto, aunque sí al "pesimismo" (dos veces) y, una vez más, a la "crisis" (seis veces). El rey ya no se refiere tampoco a los últimos doce meses: más que un balance del año lo hace de uno de nuestros "momentos más difíciles", en general.

Tampoco cita a los inmigrantes ni, por ejemplo, a la "educación", palabra que ha pronunciado expresamente en los últimos años como valor fundamental de la sociedad. Sí han encontrado un hueco en el mensaje los famosos "mercados internacionales". Y también la confianza, que vuelve al discurso en cuatro ocasiones.

El rey no ha dicho nada sobre su salud, a pesar de que este año ha sido operado dos veces. La primera intervención tuvo lugar después del accidente del monarca en Botsuana mientras cazaba elefantes, episodio tras el que ya pidió perdón en un inédito gesto: "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir"", dijo al salir del hospital en abril, un recuerdo no contemplado esta Nochebuena, como otros de este annus horribilis de la casa real.

Por último, encontramos una alusión a la Constitución de 1978, pero no por su nombre como las últimas veces, sino como "marco de convivencia". Y nada de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos o de la Eurocopa, aunque por ejemplo en 2010 los logros deportivos fueron motivo de alegría.

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