Nunca un colombiano había ganado una etapa en la Vuelta al País Vasco y en la edición de 2013 su ciclismo ha encadenado dos éxitos parciales en dos jornadas donde, además, el primero y el segundo han sido corredores 'cafeteros'. Si en La Lejana, el miércoles, Henao alcanzó el liderato y ganó la etapa tras su mano a mano con Betancur, este jueves recogió el testigo el 'movistar' Nairo Quintana en el Santuario de Arrate, donde Henao acabó segundo y retuvo su privilegiada plaza. Alberto Contador, tercero en la etapa, se mantiene cuarto en una general sin cambios.

Quintana ganó con una picaresca que rompe con el mito, forjado en la década de los años ochenta, de que los colombianos son tan buenos escaladores como pésimos en la parcela técnica. El menudo corredor del Movistar,  que conocía la llegada a Arrate de la pasada Vuelta a España, no dudó en negociar en primera posición del grupeto su sinuosa zona de meta.  Acabaría pescando un par de segundos que le reforzaban en la segunda plaza de la clasificación. "Sabía que para ganar me la tenía que jugar en las últimas curvas", recordaba después. Bien lo sabe el 'euskaltel' Samuel Sánchez, actual vencedor de la carrera y ganador de las tres últimas etapas de la ronda vasca que han llegado a este puerto.

La victoria de Quintana, la enésima muestra de calidad de una generación emergente de ciclistas suramericanos tras un período de barbecho una década atrás, fue el colofón a una cuarta etapa de la Itzulia marcada por la lluvia, el frío y, todo hay que decirlo, los ataques. Que Peter Velits (Omega) se metiera en una escapada y a 25 kilómetros del final rodase con más de cuatro minutos sobre el pelotón, siendo líder virtual de la carrera, encendió todas las alarmas de un pelotón en el que el mermado Sky (recuerden, participa con seis ciclistas en esta edición) encontró la colaboración del Movistar. La escuadra española, gran trabajo de caza el suyo, enfiló el pelotón y le quitó dos minutos en diez kilómetros al trío de escapados en el que Velits portaba los galones.

Mediada la ascensión a Ixua, antesala de Arrate, la fuga era historia. Pero el susto quedó ahí. Fue entonces cuando lo probaron José Herrada, el eslovaco Simon Spilak (Katusha) o los holandeses Pieter Weening (Orica) y Wouter Poels (Vancasoleil), siendo Spilak el que más fortuna tuvo: su intento se prolongó hasta la pancarta de los dos últimos kilómetros, cuando después de gozar de hasta 22 segundos de ventaja fue cazado por un sexteto en el que el australiano Richie Porte (Sky) controlaba a favor de su compañero Henao. El líder, por cierto, se marcó una arrancada a unos 4,5 kilómetros. Un ataque que configuró ese sexteto con él y Porte, el colombiano Betancour (AG2R), el francés Peraud (AG2R), Alberto Contador (Saxo Bank) y Quintana, el más pícaro de todos en una llegada tan ratonera como de sobra conocida.

Que un colombiano pueda ganar la Vuelta al País Vasco, pese a su brillo en estas dos últimas jornadas, no parece una tarea tan fácil dada la existencia de una contrarreloj de 24 kilómetros en Beasain y, sobre todo, la cercanía en la general de Richie Porte o Alberto Contador, apenas diez segundos. De momento la carrera afronta una exigente jornada este viernes  hasta Beasain en la que los ciclistas tendrán por delante hasta diez pasos de montaña. Y el último, Olaberria, a tan solo seis kilómetros.