Perder todo en un incendio

Es el antes, la casa idílica en el campo... y el después, lo que queda, de la vivienda de Alan. Todo arrasado. Y ni siquiera encuentra a sus mascotas, que estaban en la casa cuando llegó el fuego. La pérdida de sus perros le duele más que haberse quedado sin todo lo demás. Documentación, recuerdos, dinero... Sólo lo puesto. Su mujer, Karina, acompaña a su amiga Iris a su finca. Cenizas a uno y otro lado de la carretera. Y el panorama no mejora llegando a su casa. La vivienda, prodigiosamente, se ha salvado, pero ni sus coches ni sus frutales. Cuenta que se levantó para ir al baño y fuera todo ardía. Sus amigos no podían acceder, así que cogió a su perro y anduvo cinco kilómetros entre llamas, hasta que se puso a salvo. "Temí por mi vida, creí que iba a morir", nos relata. Alfonso nos enseña por dónde ha pasado el fuego. No ha alcanzado por poco esta parcela, pero sí ha arrasado sus otros dos campos, con más de doscientos olivos. Y que nunca más volverá a ver con frutos por su ya avanzada edad y porque los árboles necesitarán al menos diez años en recuperarse. Resignado, se prepara, la vida sigue, para continuar cuidando el huerto que le queda.