Casi una década después de su lanzamiento, uno de los mejores videojuegos de todos los tiempos regresa con un lavado de cara, que permitirá a los nostálgicos revivir las aventuras de Joel y Ellie, y a todos aquellos que tengan la fortuna de disfrutar de esta historia por primera vez, adentrarse en una de las obras maestras más entretenidas y sobrecogedoras que jamás se hayan creado.

Esta versión remasterizada del clásico que en 2013 salió para PlayStation 3 llega a PS5 con completo respeto por el original, sin cambiar una coma de la línea argumental, el diseño de personajes y los maravillosos diálogos que hicieron única esta aventura. 

El apartado gráfico se ha adaptado a la nueva generación. Los personajes son ahora más realistas, con un acabado muy similar al que encontramos en la segunda entrega. 

Las cinemáticas se han mejorado y siguen encajando a la perfección con las escenas de acción, con transiciones fluidas que contribuyen a tejer una historia sin cortes, extremadamente realista, pese a estar basada en un futuro postapocálíptico repleto de zombis.

Los cambios entre escenarios, antaño disimulados con un «Ayúdame a subir esta tapia», que servían para camuflar un tiempo de carga y evitar las pantallas negras con barra progreso, se han mantenido, aunque probablemente ya no eran necesarios y se podrían haber eliminado aquellos que argumentalmente no fueran imprescindibles.

Las mecánicas de sigilo y combate se han mantenido prácticamente intactas, mejorando la inteligencia artificial de los enemigos, tanto zombis como humanos. 

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Funcionaban bien en 2013 y funcionan bien en 2022, aunque se echa de menos que se hubiera añadido alguna mejora posible gracias al desarrollo tecnológico de la última década o, al menos, algunas de las novedades vistas en ‘The Last of Us: Parte II’. 

Los aciertos y detalles de antaño, como que Ellie se deslumbre cuando le apuntamos con la linterna y que contribuían al realismo se mantienen, pero también lo hacen los fallos y defectos que lo debilitan, como que la linterna se encienda con solo pensarlo o que nuestros acompañantes deambulen por la escena sin sentido y sin alertar a los enemigos pese a pasar frente a sus morros.