Una soltera de 'First Dates' desconcierta a Carlos Sobera con su petición: ''Vamos a meter la pata''

Andrea en 'First Dates'.
Andrea en 'First Dates'.
MEDIASET
Andrea en 'First Dates'.

El pasado jueves los presentadores de First Dates le dieron la bienvenida a un grupo de comensales llenos de ganas de abrir sus corazones en una experiencia inigualable. En esta entrega, Andrea y Miguel se convirtieron en unos de los grandes protagonistas. 

A sus 35 años, la chica aseguraba no saber ligar: ''No hago contacto visual, que creo que es algo primordial para ligar con alguien'', explicaba. Aunque eso no fue lo que sorprendió a Carlos Sobera, sino la petición de la soltera por llamarle Carla. 

El presentador, completamente desconcertado le preguntó los motivos de la petición, a lo que ella contestó con un ''cuido mucho mi privacidad personal, si no cuaja prefiero que no sepa ni mi nombre. Es como un nick para ligar, otro personaje'', explicaba sin reparos. Con miedo a equivocarse, Sobera respondía: "Vamos a meter la pata uno de los dos, no somos espías''.

Sin embargo, Andrea tenía otra petición más y era que llegase un chico con una mandíbula atractiva, pues era en lo que más se fijaba la soltera cuando conocía a un pretendiente. Su cita fue Miguel, un programador de videojuegos de 44 años cuya mandíbula no pareció gustarle demasiado a Andrea. 

A lo largo de la velada, Andrea le explicó a Miguel que era protésica dental y que realizaba dientes por ordenador. El chico le confesaba que le "daba pánico" que le tocasen los dientes porque tenía una "herencia dental espantosa". Además, también le contó sobre su profesión y le sorprendió diciendo que antes de programador de videojuegos, había sido actor. 

Las primeras discrepancias de la pareja comenzaron cuando ella explicó que su trabajo requería de mucho esfuerzo, pues entraba a las 5 de la mañana y trabajaba 15 horas diarias. Esto no pareció gustarle mucho a Miguel, quien se preguntaba: ''¿Qué tiempo tiene para disfrutar?"

Por otra parte, aunque el soltero repitió en varias ocasiones que era "muy divertido" y que siempre estaba "haciendo el tonto", a su acompañante le pareció bastante serio. 

Al final de la cita, la pareja pudo salir del comedor y desplazarse hasta un lugar más tranquilo donde poder dejarse llevar y conocerse mejor. Sin embargo, los solteros no consiguieron congeniar y, su decisión final fue tomar caminos separados. 

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