Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El éxito de TVE en la Jura de la Constitución de Leonor: el valor de la imagen pura

Las palabras tardan más en procesar los contextos que el objetivo de la cámara en retratarlos.
La Princesa Leonor realizando su discurso en el Palacio Real con la mirada atenta de su familia
La Princesa Leonor realizando su discurso en el Palacio Real con la mirada atenta de su familia
RTVE
La Princesa Leonor realizando su discurso en el Palacio Real con la mirada atenta de su familia

La emoción se narra en primer plano. La historia, también. El primer plano capta el matiz, con esa expresividad que otorga perspectiva. Y la perspectiva se suele encontrar observando no sólo la instantaneidad del presente, sino sobre todo los preámbulos y sus consecuencias. 

En los prolegómenos es donde ha cogido toda la fuerza periodística y televisiva la retransmisión de TVE de la Jura de la Constitución de la Princesa Leonor. No tanto por lo que se decía, sobre todo por lo que se observaba. Eso es la tele. La imagen despierta, escuchando atenta, ha sido el centro de un programa especial de pantalla limpia. Incluso el logotipo de la primera cadena se ha teñido de blanco, casi transparente. Para no molestar, para proyectar aún más ese toque en la audiencia de estar ante una retransmisión única, especial, simbólica, solemne.

Pero la relevancia de Televisión Española ha estado en cómo logra un mosaico documental en trepidante directo al no quedarse sólo en los tópicos institucionales y priorizar una realización viva, que intenta encontrar una historia en cada plano de reacción que enfoca, ya sea de la familia Real o de la gente en la calle, de las fuerzas de seguridad, de los cargos públicos, de los balcones, de las pancartas, de los adornos... Todo visto con una imagen muy pura. Muy de verdad dentro de los artificios.

RTVE recuerda que, en estos actos, las palabras tardan más en procesar los contextos que el objetivo de una cámara en retratarlos.

En este sentido, es relevante como La 1 es la única cadena que no teme callarse cuando toca. En el instante que pasa revista el Rey al Batallón de los Honores a las puertas del Congreso o en otros momentos de himnos y liturgia, las cámaras y sus micrófonos verbalizan más que cualquier comentario pronosticado previamente en un guion. Como consecuencia, TVE deja la imagen con el valor de su sonido ambiente. El espectador no sufre interferencias, siente que asiste al evento en primera persona y, además,  los periodistas pueden entender mejor lo que acontece, pues hablar por hablar poseídos por un miedo al silencio frena la capacidad de comprensión del que presenta.

Ahí está el secreto de una buena retransmisión en directo: contar con una buena planificación de cámaras para, luego, poder escuchar la realidad y grabarla con despierta destreza. Porque las imágenes prevalecen. El debate de opiniones, caduca. Objetivo conseguido en una emisión que no ha abusado de la tertulia y ha intentado enriquecerse, también, con reportajes preparados de antemano. Algunos tacharán al especial de cortesano. Será porque no lo han seguido entero. Porque TVE ha incorporado cierto espíritu crítico durante una jornada en la que lo relevante era ver y escuchar para registrar el rito histórico y que cada uno extrajera sus propias conclusiones. Y se ha visto y escuchado.

Y se ha visto y escuchado bien, en un 31 de octubre en el que la Casa Real ha sido más real gracias a cómo las cámaras han registrado las miradas entre dos hermanas, inmortalizadas en esos primeros planos de complicidad que quedarán en la memoria. En cambio, los atrezos de una ciudad disfrazada para no defraudar expectativas de los recuerdos de otras ostentosas y súbditas épocas ya los hemos olvidado.

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