Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El regreso de 'Gran Hermano': el reto de Telecinco para recuperar su esencia

Los concursantes de 'Gran Hermano 1'.
Los concursantes de 'Gran Hermano 1'.
TELECINCO
Los concursantes de 'Gran Hermano 1'.

Alguien afirmó en un documental que la televisión vive una gran revolución de programas. Lo decía mientras ponían imágenes de formatos creados ya hace muchos años, como MasterChef (2005) o La Voz (2010). A veces, quizá, no nos damos cuenta de que el tiempo pasa para todos. Y que lo que creímos nuevo ya es viejo. Chicho Ibáñez Serrador explicaba en los regresos del Un, dos, tres... responda otra vez (1972) que dos décadas para la televisión son una vida completa, pues la sociedad y sus ingenuidades cambian.

Ahora Telecinco se ha propuesto recuperar el original Gran Hermano (2000). No el VIP, vuelve el de siempre con personas desconocidas. La cadena quiere evolucionar, pero los realities continúan siendo su motor. Así que en septiembre resucitará GH con anónimos. Sin embargo, la audiencia es más distinta de lo que creemos respecto a hace 24 años. Para empezar, hoy todos protagonizamos nuestro propio reality. Porque todos llevamos encima una cámara lista para grabar en el teléfono móvil que portamos en la mano y que deja rastro de cada uno de nuestros movimientos.  Regalamos nuestra vida resumida en un smartphone.

TikTok e Instagram son una especie de super Gran Hermano en el que las verdades, curiosidades e incluso dramatizaciones de la vida nos vienen fragmentadas en cachitos preparados para engullir como quien come pipas. Uno tras otro. Y no desde un decorado. Lo que vemos sucede en el mundo exterior, habitualmente desde parajes de ensueño. O que nos hacen creer que son de ensueño.

A Gran Hermano ya no le basta con la convivencia. Tampoco con la polémica. El programa demanda un reseteo creativo para que el encierro no recuerde a claustrofobias de pandemia. Para ello, la casa de Guadalix debe parecerse más a un resort que a un piso, la cohabitación debe crecer en tareas con alguna motivación y meta existencial más allá que generar conflicto y, sobre todo, el casting debe ser representativo de la sociedad. 

Uno de los problemas adquiridos de GH está en que se fue reduciendo el tipo de persona que querría entrar en este espectáculo. Al casting del programa pueden ir aquellos fans de Telecinco que repiten clichés que creen que les permitirán mantenerse en el canal y lograr fama con los que hacer muchos "bolos" de discoteca. Cosa que de por sí suena hasta demodé.  El reality se queda atascado en su propio estereotipo, se desacompasa de la España de hoy y, como consecuencia, no acerca nuevos públicos a Mediaset. Círculo vicioso.

GH necesita rejuvenecerse y abrirse a las nuevas generaciones que no vieron el primer Gran Hermano con Mercedes Milá y que ni siquiera saben que de ahí proviene la frase "quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza". Es la manera de alcanzar la materia prima más preciada de la televisión, un ingrediente esencial que no se puede prefabricar metiendo cuotas de temperamentos y etiquetas entremezcladas para chocar entre sí. Esa sustancia mágica surge mejor cuando los castings no calculan a base con condescendencia cuotas de un poquito de extravagante, otro poquito de polémico, otro poquito de emotivo y otro poquito de divertido y se permiten el atrevimiento de dejarse sorprender por las personas y su diversidad. Ese elemento no se prefabrica, es la masa madre de la televisión que trasciende: abrirse a la verdad.

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