Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La pulla a Ana Rosa Quintana de su sobrino

Ana Rosa Quintana no cumple las expectativas de audiencia en la tarde de Telecinco.
Ana Rosa Quintana y su sobrino
Ana Rosa Quintana y su sobrino
Mediaset
Ana Rosa Quintana y su sobrino

No conocemos ni su nombre. Sólo que es su sobrino. Y se ha convertido en la revelación de TardeAR, el programa de Ana Rosa Quintana de tarde. Porque en un magacín con tanta compostura de gente repeinada, de repente, irrumpe alguien que le da igual cómo sale por la tele. Y habla libremente: con el superpoder de la comedia. Incluso lanzando pullitas con la socarrona inteligencia de la ironía. "Vaya semanita de perder que has tenido", le suelta a su tía. Ella se ríe. La empatía asoma.

Un acierto de TardeAR. Este tipo de secciones breves no son muy habituales en los magacines de hoy, cuando son las que dan entidad propia a los programas. Los personajes breves en los programas actuales no duran demasiado por aquello de la ingeniería de mantener la cuota de pantalla en alto, pero TardeAR aguanta la mirada crítica del sobrino de AR como aliciente desengrasante con el que el infoshow toma aire. Ya lo hacía María Teresa Campos con el sarcasmo de La Script. 

El "vaya semanita de perder que has tenido" del sobrino es bien descriptivo de la situación de Telecinco. Ana Rosa no logra el  esperado liderazgo en audiencias y tampoco parece que ha ganado esta semana en política, ya que ella misma se posiciona ideológicamente con ímpetu. A Jorge Javier Vázquez se le juzgó por exclamar en directo el sarcasmo de que el desaparecido Sálvame era un programa de "rojos y maricones". La expresión molestó. Desde las altas esferas de la cadena reflexionaron sobre que una emisora generalista debe intentar ir a por el público transversal y no posicionarse de tal forma que expulse a espectadores. Sin embargo, ese veredicto no se extrapola a Ana Rosa Quintana. Cuando es parte de su problema. Su imagen se ha ideologizado tanto que impide que una parte de la audiencia transversal, saturada de polarización política, de una oportunidad a un formato al que, por otro lado, le faltan personas diversas. Todos parecen del mismo estrato social, lo que impide verse reflejado en el canal por sus espectadores potenciales hasta cuando se relajan.  Y los que no son de tal estrato, lo imitan. 

Sin un formato "killer" de festiva imagen impoluta como Pasapalabra, con la fuerza fidelizadora de arrastrar por delante y por detrás audiencias muy estables, la tele generalista necesita para ser líder aspirar a públicos más amplios, plurales y equilibrados que, por ejemplo, periódicos o radios que viven de los creyentes de un target ideológico.

Pero, al ver que el programa está quedándose por debajo del 10 por ciento de cuota, TardeAR ha intentado reproducir la fórmula de la mañana en la tarde. Incluso tratando noticias que no están en la preocupación social con sobreactuado enfoque alarmista. La tele de tarde va desesperada hacia la tele de susto como reclamo. No obstante, para Telecinco, el éxito de esta franja se basaba en la celebración de la evasión de la rutina con comidillas mundanas. La compañía ganaba a peleas que nos separan, los mejores magacines son esa calle diagonal que cruza todos los barrios intentando reunir cada lado de la calzada.

Aunque Ana Rosa tampoco parece querer perder el sentimiento de la influencia política. Está en su derecho, faltaría más, pero la audiencia también está en su derecho de elegir entre la programación que le proponen y quizá busca gentes con las que identificarse (Pasapalabra, El Grand Prix, Juan y Medio...), gentes que no gastan minutos de la tarde divagando sobre cómo guardar en el banco joyas que ni siquiera tenemos. 

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