Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El legado de Luis del Olmo: el documental que muestra cómo cambió la radio (y la seguirá cambiando)

  • Su voz tiene una sonoridad que siempre ha llenado todo el micrófono, aunque la fuerza de Luis del Olmo ha estado en su capacidad de hablar como la sociedad.
  • Ahora Onda Cero recopila la trayectoria del comunicador en un minucioso documental.
  • La cama elástica de la risa.
Luis del Olmo
Luis del Olmo
TELEMADRID
Luis del Olmo

 ¿Quién inventó la radio? Marconi, dirán muchos. Otros afirmarán que, en realidad, fue Nikola Telsa, pues en 1895 logró transmitir voz sin necesidad de cables. Qué difícil es siempre ponerse de acuerdo. Pero la vida se trabaja en equipo, así que la radio ha sido creada por muchos. No sólo aquellos que atinaron con el soporte técnico, también los que convirtieron el aparato en un medio de comunicación sobre cómo somos.

Y en España existe un gran autor de esa radiodifusión completa. Él es Luis del Olmo. Logró crear, sin demasiados referentes y con aplastante intuición, un programa que terminó siendo el magacín radiofónico por excelencia: Protagonistas, el espacio que marcó durante cuarenta años el rumbo de la radio actual, la que se escucha en directo y la que se escucha en el podcast conversacional. 

Pero tantos años son difíciles de abarcar, hasta son fáciles de olvidar en un tiempo que devoramos todo en un riguroso presentismo que nos aturde. Efecto que nos impide mirar atrás para coger el impulso de la sabiduría de la experiencia. Por suerte, Protagonista: Luis del Olmo (cada lunes un capítulo) ordena ideas esenciales de la radio de Luis del Olmo a través de sonidos de archivo y testimonios.

Una serie documental de Onda Cero, dirigida y escrita por Diego Fortea, guionista de Más de uno, que hilvana un atractivo retrato de la manera en la que Luis Del Olmo supo abrir el micrófono a las imperfecciones de la vida que nos hacen sentir reconocidos. De hecho, las hacía más tangibles con la teatralidad de la liturgia sonora. Con ese equilibrio de realidad imprevisible y de sonoridad envolvente, humanizó la radio desde los detalles cotidianos. Detalles como convertir la emisora en un epicentro celebre para el oyente, abriendo las puertas de los estudios y repitiendo mucho en antena la dirección exacta del estudio, con el número de calle y la altura del piso. Como si fuera esa tienda de confianza a la vuelta de la esquina en la que te paras a hablar con el tendero, pero con la magia de mitificar en el imaginario colectivo una simple oficina hasta transformarla en un templo único por donde pasaba la vida, sus cabezas de cartel y sus maravillosos secundarios.

En este sentido, Luis del Olmo supo dar relevancia a lo que otros consideraban corriente y, sin embargo, son las emociones compartidas. Tuvo la visión de ir articulando su maratón radiofónico probando carismáticas secciones con su carácter singular. Así intentó incorporar la viñeta a la radio antes que nadie. El humor más político estaba llegando a las ondas para quedarse. Había que esperar o te perdías a Luis Sánchez Polack. 

Luis del Olmo pasó por RNE, Cope, Onda Cero, Punto Radio y volvió para despedirse donde comenzó todo, RNE. De la radio sin anuncios del Estado a la emisora comercial donde incorporó anuncios en modo puré. Es decir, los spots eran más indoloros cuando estaban integrados en el mismo idioma que el resto del contenido del programa. Negocio redondo para los patrocinadores. Su voz era sinónimo de confianza. Su voz tenía una sonoridad especial que llenaba todo el altavoz de la radio, aunque en el fondo su fuerza radicaba en que Luis del Olmo hablaba con la ingenuidad de la sociedad de entonces. Esa combinación despertaba un vínculo profundo entre locutor y oyente, que hasta facilitaba que una empleada secuestrada en una sucursal bancaria conversara con Del Olmo por teléfono en directo. Como si tal cosa, y frente a sus secuestradores. 

La proximidad de la radio hace que sientas que conoces de siempre a personas que jamás has tocado. A menudo, ni siquiera las has visto en persona. Luis del Olmo es uno de ellos. Y, claro, lo mismo querían charlar con él los atracadores del banco, que los políticos, que una estrella del teatro o que un profesora de escuela. Todos juntos y mezclados frente al micrófono de Luis. La vida misma, porque la radio, como la vida, no debería contenerse en departamentos estancos. 

Trabajo de orfebrería resumir medio siglo de España como consigue este Protagonista de Diego Fortea, condensando lo más descriptivo de una radio de compañía que realizó el esencial servicio público de acompañar informándonos, entreteniéndonos, descubriéndonos y conectándonos. Pero que ahora, encima, ya es una valiosa documentación para entender de dónde venimos e incluso aprender cómo podemos ser quizá algo mejores.  

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