Jordi Évole: "Es nuestra obligación tener una oreja y un ojo pendientes de lugares a los que normalmente no miramos"

Jordi Évole, en 'Lo de Évole'.
Jordi Évole, en 'Lo de Évole'.
LA SEXTA
Jordi Évole, en 'Lo de Évole'.

En una sociedad cada vez más diversa y fragmentada es fácil que algunos fenómenos, por masivos que sean, pasen desapercibidos en uno u otro sector, en esta o aquella generación. Ahora, Jordi Évole y su equipo hacen de puente para romper esas diferencias con la selección de temas e invitados en la nueva temporada de Lo de Évole (domingo, 21.25 h), que regresa a La Sexta este domingo.

Un ejemplo es el programa dedicado a Morad, un rapero español de ascendencia marroquí que es un auténtico fenómeno de masas entre los jóvenes (si tienen hijos habrán oído Pelele) y con el que el periodista ha compartido muchos días de grabación.

En esa línea estará el encuentro de Jordi Évole con Megan Maxwell, pseudónimo de una escritora española de novela erótica que ha vendido ya cerca de 5 millones de ejemplares. Entre otros temas e invitados Lo de Évole indagará en las experiencia vitales de Julia Otero, Rosa López o Gervasio Deferr, además de tener un programa en que se producirá un reencuentro de las protagonistas de Belle Époque, Penélope Cruz, Maribel Verdú, Ariadna Gil, Miriam Díaz-Aroca con el director de la cinta, Fernando Trueba.

Esta temporada se estrenan además una suerte de cameos en los que se podrá ver a personajes importantes mencionados en las entrevistas reaccionando a las mismas.

¿Qué tienen en común los invitados de esta temporada? Que van a salir en el programa y poco más (risas). Algunos tienen en común el hecho de que se habla mucho del éxito y del fracaso en esta temporada. Y hay otro hilo invisible que les conecta que es que representan muy bien al mundo de la cultura. Tenemos a Rosa y a Morad, de la música, a Megan Maxwell de la novela, a la gente de Belle Époque del mundo del cine o a Gervasio Deferr del mundo del deporte. Siempre hacemos temporadas eclécticas, no buscamos un mínimo común denominador.

Usted no conocía a priori a algunos invitados y fue su equipo quien se los descubrió, ¿es importante tener la mente abierta para escuchar esas propuestas? Es importante no ir por los caminos de siempre, porque tendríamos a los invitados de siempre. Si tienes una redacción con diversidad de edades e inquietudes te van a traer propuestas diferentes que tienes que escuchar.

¿Hay mucha brecha cultural y generacional en los medios? En los medios hay mucha gente joven y eso tiene que ver a veces con el tema económico… Pero lo que le falta a las redacciones y también a la nuestra, es diversidad cultural. Estamos en un país que es diferente al que teníamos en nuestro imaginario, ahora es muy diverso, con gente venida de muchas partes del mundo y eso hay que incorporarlo a nuestro día a día. Es una anomalía que la sociedad tenga ese dibujo y las redacciones un perfil diferente. Yo no tengo todavía a ningún redactor de origen magrebí o de origen latino y eso me parece una anomalía.

Ha dicho usted que las entrevistas las hacen buenas los invitados, ¿qué aporta Jordi Évole? La escucha. Lo que mejor se me da es escuchar y lo que intento es eso, estar pendiente de lo que están diciendo, porque además me interesa, no es una pose. Cuando le o la tengo delante estoy para escuchar y no perderme nada.

Escuchar no es un acto pasivo, ¿no? Creo que no, pasivo es oír, no escuchar. Si estás en una entrevista escuchando pasivamente o pensando en la siguiente pregunta y no en lo que te están diciendo, es un error que debería corregirse en las facultades.

¿Le cambia como persona oír tantas historias humanas o de superación? A mí todas las entrevistas me aportan, me enseñan. Todo el tiempo que llevo en televisión he aprendido mucho de lo humano, me ha enseñado a ver que la vida no es de blancos y negros, que hay muchos colores, muchos grises.

¿Se ha consagrado uno cuando el programa lleva su propio nombre? Particularmente no me entusiasma que el programa lleve mi apellido, pero le gustaba al equipo y yo cedí. Después de tres temporadas me he acostumbrado y no me parece mal nombre.

Decía usted en la rueda de prensa que con el tema de Megan Maxwell había aprendido mucho sobre el sexo, ¿qué ha aprendido? He conocido algunos juguetes sexuales que yo desconocía. Y he aprendido a ver a generaciones de mujeres que están familiarizadas con hablar de sexo y que lo hacen con una naturalidad envidiable.

¿Cómo han sido las primeras experiencias de los personajes que reaccionan a ser nombrados? Es un guiño, es una cosa que demuestra las ganas de jugar que tenemos con el formato. Los formatos son seres vivos y hay que verles evolucionar. Hemos tenido la suerte de que el público nos ha comprado nuestra eclecticismo, nuestra heterogeneidad… y eso hace que no me aburra nunca del formato.

Julia Otero fue su primera entrevista hace muchos años… Tengo unas ganas locas de entrevistarla de nuevo para esta temporada. Cuando el equipo empezó a revisar entrevistas antiguas de Julia Otero para preparar el programa una compañera, Laura, me dijo “cómo se nota que tú has mamado estas entrevistas”. Y me gustó, porque para mí Julia ha sido un referente, la mejor periodista que hemos tenido en España en los últimos 30 años, con una capacidad para generar climas en entrevistas casi de manera inmediata que es un don al alcance de muy pocos.

¿Sienten la necesitad de llegar a otros públicos, como con el tema de Morad? Es nuestra obligación tener una oreja y un ojo pendientes de lugares a los que normalmente no miramos y un ejemplo es el programa de Morad. En este río al que casi nadie ha venido a pescar nosotros, que somos una cadena comercial en prime time lo tenemos en el escaparate. El día que nos despistemos perderemos la conexión con la sociedad en la que nos ha tocado vivir.

No renuncia al público joven… Yo no quiero hacer un programa que sólo le interese a gente de más de 40 años. Me resisto a pensar que los jóvenes no ven la televisión. Yo veo que mi hijo y sus amigos y amigas siguen teniendo la rutina de ver televisión, aunque ahora la vean de otra manera, por YouTube o por Twich, siguen teniendo el concepto del evento. Cuando Ibai les convoca porque hay una presentación ellos quieren estar a las nueve conectados para ver eso. La televisión convencional también puede lograr eso, aunque nos cueste más, porque hay más competencia y plataformas, pero seguimos teniendo la capacidad de convocar a los jóvenes ante el televisor.

Hoy he visto el mensaje de una seguidora que ponía en redes "llevo años viéndote cada domingo y esta semana por primera vez voy a ser yo quien le explique a mis padres quién es tu invitado". Eso me hace tener la sensación de haber acompañado a una generación que ahora está haciendo intercambio de gustos con la siguiente. Con los padres y los hijos. Me parece maravilloso.

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