Xabier Fortes corta al reportero de Televisión Española desplazado a las movilizaciones contra Pedro Sánchez, junto a la sede socialista de Ferraz. Los manifestantes no le están permitiendo ejercer su trabajo. Las banderas tapan su cara, las manos se lanzan sobre el objetivo de la cámara y las voces asfixian al periodista: "qué te calles", resuena en forma de alarido.
Pero Fortes pide suspender la conexión. Se nota que no es sólo un presentador, es periodista curtido en la calle. Entiende cuando un reportero lo pasa mal y muestra empatía con su compañero. No hay necesidad de que un profesional esté realizando una conexión en tales circunstancias. Sin embargo, nos hemos ido acostumbrando al pensamiento de que el caos es perfecto para la televisión. Que cuanto peor, mejor. Se ha interiorizado que el drama propulsa la audiencia. Si surge un conflicto en directo, se suele aguantar la imagen. Algunos hasta azuzan a los alterados.
El espectáculo ha arrasado con el periodismo. Lo vemos estos días en las convocatorias en la confluencia de las madrileñas calle Ferraz y Marqués de Urquijo. Lo estrafalario de las movilizaciones es, en realidad, un aliciente que las ha asentado en el epicentro del interés mediático. Hay otro tipo de convocatorias en Madrid que, en cambio, no despiertan la misma atención de la televisión. Porque no están en la agenda política nacional y, también, porque sus protagonistas no enseñan un país digno de película de Berlanga. No dan para memes, vamos.
— Falso directo (@falso_directo) November 20, 2023
Pero los medios de comunicación deberíamos entender cuándo hay noticia y cuando no. Si el periodista no puede hacer su crónica y corre riesgo por radicales a los que no les gusta la libertad de prensa, qué sentido tiene mantenerle en plano para ver cómo intenta hacer un relato sin poder pensar en lo que está diciendo al estar siendo acorralado, gritado y recriminado. Al final, el periodismo es también comprender cuando cortar, es captar cuando la información se ha convertido en mero show para calentar emociones e impedir la conciencia crítica.
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