Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Dónde está Jorge Javier Vázquez

"Ya hace mucho que no sale por la tele"
Jorge Javier Vázquez posa para 'Secret Story'
Jorge Javier Vázquez
Mediaset
Jorge Javier Vázquez posa para 'Secret Story'

"Dónde está Jorge Javier Vázquez", pregunta mi abuela. "Ya hace mucho que no sale por la tele", insiste mientras estamos sentados juntos frente a una reposición dominical de Got Talent. A ella, que le gustan tanto los equilibristas a punto de romperse la cabeza en falso directo.

Le explico que ha cambiado la dirección de Telecinco y que están intentando alejarse del pintoresco lado de Sálvame. Ella, a sus 92 años, responde: "se le echa de menos, era un vivales". Seguimos viendo a Risto, porque para mi abuela Got Talent es "pon a Risto". Ahora, viene un mago que da miedo.

Pero, entonces, me viene a la cabeza cuando sólo era un niño y, ahí, en la sobremesa, también estábamos viendo la tele. En otro lugar, en otra década, con otra mirada. Emitían un concurso que se realizaba en riguroso directo: 3X4, se llamaba. Mi abuela hizo otro de sus veredictos catódicos: "fíjate en esta chica, no se sienta en la silla como las demás, no coge las tarjetas como las demás". Era Julia Otero y, la voz de mi abuela, me estaba descubriendo una palabra que me acompañaría siempre. Estaba definiendo "autenticidad".

Entre tanto, el mago sigue representando su magia en una televisión llena de trucos. Porque en la televisión las cosas no son como son, son como aparentan que son. En la vida, también. Pero las abuelas, al final, sólo recuerdan a los "vivales" en el maravilloso sentido de la generosidad del término. Aquellos que intentan ser coherentes con su naturalidad. Aunque se ve que aún hoy el desparpajo de la espontaneidad continúa siendo para algunos sinónimo de vulgar.

Pasan los años, pero todavía en determinados estamentos sociales cada vez más menguantes se confunde elegante con anodino, cultura con aburrimiento. Incluso se confunde ironía con conflicto. Pasaba en aquellos años ochenta en los que nos creíamos modernos sin serlo y parece que continúa arrastrándonos en este aún tierno 2024 en el que ni siquiera sabemos cómo nos sentiremos.

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