El mal fan confunde reclamar con amar. ¿Cuándo estrenas una nueva canción? ¿Por qué no hacéis conciertos? ¿Para cuándo un reencuentro? El mal fan pide, pide y pide. Sólo piensa en saciar sus deseos pero, en realidad, no intenta entender la situación real de sus ídolos.
A menudo, en las redes sociales son los propios seguidores de los artistas los que ni siquiera parecen intuir lo complicado que es crear cualquier trabajo artístico y todo el vaivén que conlleva. Tal vez porque nos hemos acostumbrado a la cultura del consumo rápido, gratis e instantáneo de eso que ahora llaman "contenido". Pero la música, el cine, el teatro no sólo es "contenido" instantáneo: requiere su gestación, profesional y personal.
Se piden más temporadas de series, más películas, más música... Lo queremos ahora, lo queremos ya. Pero detrás de cada canción, de cada plano de un videoclip, de cada interpretación de una ficción, de cada grabación... hay un esfuerzo descomunal y un proceso complejísimo que depende de muchas variables, tanto económicas como logísticas, tanto mentales como físicas. Sin embargo, no siempre se empatiza con los sinsabores que esconde el devenir de la elaboración de cualquier obra artística, más aún si es independiente y no tiene una gran estructura empresarial que la sostenga. La gente no lo sabe, o no lo quiere saber, y exige directamente a los creadores o intérpretes. Como si fuera tan fácil. Resultado: la insistencia puede generar en ellos frustración. A menudo, sólo se les anima. Pero, otras veces, bastantes veces, se les machaca de tal manera con por qué no hacen gira o por qué no sacan canciones que se les termina culpabilizando como responsables de todo eso. Sucede habitualmente. En la música, pero también en la ficción.
En la vida no sólo se hace lo que uno quiere, hacemos lo que podemos. Y esa realidad quizá hay que divulgarla más, para percatarnos de que, en una época de acceso instantáneo (y sin paciencia) a los contenidos audiovisuales, las obras artísticas, ya sea una canción o una peli, cuentan con un complicado viaje detrás, un recorrido donde se escuchan muchos más "noes" que "síes", donde todo es dinero, donde uno se siente solo en el camino.
Quizá hay que pedir menos a los artistas y apoyarles más, y de verdad. Apoyar no es sólo tuitear. Es empatizar, más que pedir. Será un paso para no lanzar a nadie al abismo, para no hacer sentir a nadie que no cumple las expectativas. Ser fan o seguidor de alguien debería ser también tratar de comprender las tesituras de tu ídolo. Darle su espacio, asimilando que cada obra artística es un parto en el que un creador pone sus tripas, deseando que guste. Pero esos partos no suelen ser como se imagina. Son largos, solitarios, ingratos y muy dolorosos. Y no siempre debemos estar preparados para afrontarlos.
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