Se llama Álvaro Gamboa, acaba de cumplir 19 años y es el concursante más joven que ha pasado por la historia de Cifras y Letras en TVE. Estudiante de matemáticas, su velocidad a la hora de solucionar las pruebas del concurso está dejando atónita a la audiencia de La 2, mientras desmonta un prejuicio consolidado de la tele: el buen concurso "cultural" es el que realiza preguntas fáciles. Para que pueda participar el espectador desde casa, sin sentir demasiada frustración en su cabeza.
Cifras y Letras, en cambio, no es un juego a priori sencillo. De hecho, su interés crece porque despierta admiración, otro de los motores de la comunicación. No es magia, es el espectáculo de la ciencia que Álvaro Gamboa representa con naturalidad en las noches de La 2.
Por ejemplo, en sólo tres segundos de un cronómetro de treinta, Álvaro consigue solucionar una de las pruebas más míticas. El programa propone un número de tres dígitos al que se debe intentar llegar con operaciones matemáticas a través de otras seis cifras, generadas por azar. Y Gamboa cuadra la cantidad redonda sin pestañear. Mirando al frente, con una silenciosa rapidez mental que deja boquiabiertos a los expertos en plató, Elena Herraiz y David Calle, y al propio presentador, Aitor Albizua.
Hace años, cuando se planteó que regresara Cifras y Letras, un gurú televisivo dictaminó que este concurso sólo podría volver con retos de palabras. Según él, la matemática lo hacía tedioso para la audiencia.
Cómo iba a volver Cifras y Letras sin cifras. Entonces, no sería Cifras y Letras. El rendimiento de esta segunda vida del formato francés en La 2 desmonta aquellos falsos complejos. Al contrario, nos permite descubrir que las matemáticas no son tan aburridas como creíamos gracias a participantes como Álvaro que, además, se mantienen durante un tiempo en el concurso. Lo que permite que el público vaya empatizando con su evolución en el juego. No basta con ver si acierta o no, se va despertando una sensación de equipo que implica con sus aciertos y con sus fallos. No se puede faltar a la cita o te puedes perder cómo riza el rizo del cálculo, si es infalible o si las matemáticas también tienen algún decimal de suerte.
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