"Déjenme contarles un secreto: los periodistas estamos siempre opinando. Incluso cuando decimos que no opinamos". José María Carrascal era tan claro como cotidiano. Nunca dejó de viajar en metro. Neoyorquino y madrileño a partes casi iguales, entendía que el buen periodista no se queda atrapado en coches oficiales. Toca la calle. La siente. La pasea. La viaja. La mira. La observa. Y hasta esta semana, la final de su vida, ha seguido escribiendo desde lo alto de su casa en la madrileña Ciudad de los Periodistas, en el Barrio del Pilar. Él hacía honor al nombre de su vecindario con 65 años trabajando en el periodismo.
Su oficio siempre fue vinculado a la pasión por la escritura, pero Manuel Martín Ferrand le convenció para que diera el salto a la pantalla con el nacimiento de Antena 3 Televisión en 1990. A sus sesenta años, terminó aceptando, aconsejado por Julio Iglesias que le animó con el argumento de que la televisión le iba a proyectar a una popularidad que ayudaría a sus libros. Así fue.
José María Carrascal no sabía presentar, pero sabía comunicar. Su valor era la experiencia. Estuvo cuando se levantó el muro de Berlín, informó sobre el escándalo Watergate, fue el único periodista español que entrevistó a Reagan en la Casa Blanca... Una trayectoria curtida que, además, había visto crecer de cerca a la televisión norteamericana desde su apartamento de Nueva York. Allí, en Estados Unidos, se hacía un Telediario de autor donde el espectáculo de la opinión era reclamo.
Él lo adaptó a su manera, con sus características corbatas que dieron en la otra diana de la tele: crear iconografía propia, visual y dialéctica, en la manera de sentarse encima de la mesa para hablar de tú a tú a la audiencia, en la forma de leer las portadas de los periódicos del día siguiente, en el carácter a la hora de entonar 'al filo de la medianoche'. Tantas veces quemado por los retrasos en el inicio de su emisión. Era honesto con el espectador, incluso cuando estaba enfadado.
Con el color de sus corbatas y su venerable temperamento, popularizó sus Antena 3 Noticias. La sociedad comentaba su carisma, aunque ni siquiera llegara despierta a un informativo noctámbulo en el que logró ejercer el complicado equilibrio entre la información pura y la opinión sin medias tintas, narrada como si fueran sus columnas en prensa escrita. La aventura duró hasta 1997, cuando Antena 3 cambió de responsables y se optó por nuevos aires en las noticias. "No les digo adiós porque nos encontraremos en cualquier revuelta del camino y nos saludaremos como lo que hemos llegado a ser, viejos amigos. En cualquier caso, quienes deseen seguirme podrán hacerlo en las páginas de ABC sin tener que trasnochar. Marcharme ligero de equipaje y con la conciencia tranquila. Gracias y mucha suerte a todos". Y salió de la tele. Y el periodismo continuó. Su último artículo este mismo martes, deseando suerte a la Princesa Leonor. Escribiendo con la curiosidad que intenta reconocer al futuro, hasta el final.
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